¿Porqué hacer las cosas bien, cuando se pueden hacer mal? Este lema debe ser ley inquebrantable en la administración, porque da la impresión de que ni dejando las cosas al azar, a rebufo de la entropía, saldrían mejor.
Viene esto a cuento de la situación generada por el traslado del vetusto Son Dureta al flamante Son Espases, que hora a hora va degenerando de ilusionante a indignante. Para empezar, los acabados de la construcción no parecen muy finos. La sensación que te queda tras visitar el nuevo hospital es que no resistirá demasiado. Un edificio de estas características debe aguantar mucho trasiego y el desgaste es importante, y no parece que los materiales, como de Playmobil, vayan a cumplir su misión. Al tiempo, deseo estar equivocado (con que no tengan aluminosis dentro de 30 años, como ocurre con algunos edificios de Son Dureta, ya nos daremos con un canto en los dientes).
Seguiremos con el asunto del aparcamiento. Que hay que pagar. Algunos hablan de copago. Ojalá así fuera, pero es que para abaratar el coste de la construcción se ha concedido la explotación del aparcamiento (y otros servicios) a la constructora, propiedad del ínclito Florentino Pérez. Bueno, vale, hay que pagar, ¿pero se creerán ustedes que hasta ayer no hubo un anuncio "oficial" de cuánto costaría la cosa?,¿y que a pesar de ello aún nadie nos pueda decir nada de cómo se hará?, ¿y que encima la administración se cuelgue medallas porque ha conseguido que al personal no nos lo cobren igual que a los visitantes?. Claro, así se han generado toda clase de rumores y habladurías varias, a cuál más exagerada y tremendista, haciendo que cundiera el pánico entre el personal.
Prosigamos. Quedan un par de semanas para que se haga el traslado al nuevo hospital, y aún queda mucho por hacer. Los jefes de servicio se han quejado, diciendo que no se hacen responsables de lo que pueda ocurrir. Los sindicatos (apuntándose al carro, hay que dar la cara, que vienen elecciones sindicales) han pedido que se retrase el traslado. Las autoridades, dando muestra de su talante, han manifestado que están abiertas a retrasarlo. Aún no se sabe si nos iremos más tarde, pero parece que el retraso no va a ser de más de 10 días. ¿Hemos de aplaudir por este acto de generosidad?. Por lo visto, las unidades aún estar por montar, y no entiendo mucho de abrir hospitales nuevos, pero intuyo que tenerlo listo es algo más que tener las camas puestas (y es algo que ni siquiera está ahí).
Con el personal también hay tela que cortar. Porque como las unidades se reestructuran, algunas quedarán con más personal y habrá que hacer turnos de trabajo distintos. Y esto es algo que se ha sabido muy recientemente, y en algunos sitios aún no está claro. Además, si al final la cosa se retrasa, el traslado se hará unos días antes de Navidad, con lo cual mucha gente estará fastidiada (muchos trabajadores son peninsulares, y aprovechan estos días para irse a sus casas, pero por la cosa del traslado, no se van a dar días libres). Eso por no hablar de todos los servicios que a partir de ahora serán subcontratados, en los que el personal ha estado meses preguntando lo que iba a ocurrir con ellos, sin que nadie les diera respuesta.
A poco más de medio mes para la gran mudanza, se organizan reuniones informativas. En las que no te informan de nada. La gente pregunta, y no hay respuestas claras.
Con el aparataje nuevo la cosa no es mejor. Durante meses han traído distintos modelos y fabricantes para que probemos bombas, monitores, respiradores y demás. Se suponía que era para que fuéramos viendo cuáles nos iban mejor y poder ayudar con nuestras valoraciones en la compra. Al final, han escogido los aparatos que peor impresión causaron, en un ejemplar ejercicio de asesoramiento inverso (si sugiero blanco, ellos escogen negro). Los aplausos se tornan ovación.
Capítulo aparte es el asunto de la informatización. Por si la mudanza fuera poco, encima se implanta la historia electrónica. Tiene su lógica, era ahora o nunca. Es algo difícil y complicado, y me consta que hace tiempo que se trabaja en ello. Hace semanas que está en marcha, y las quejas se acumulan. Se contrató una empresa americana (oooh, americana) para hacerlo. Y se enseñó al personal, pero con carencias: se pidieron voluntarios para la formación y no se cribaron (no al menos lo suficiente), se enseñó no a todo el mundo (por ejemplo, de entrada sólo a la gente con plaza e interina), muchos profesionales pasaron olímpicamente de las clases, y la duración no fue suficiente. El hecho de que se impartieran en verano, con las vacaciones y demás de por medio tampoco ayudó mucho. En su descargo diremos que nunca se había puesto en marcha un plan de docencia tan ambicioso y amplio.
Para terminar, la carretera. El acceso por carretera, como compete a otra administración (cosas de la descentralización) no está terminado, ni lo estará cuando el grueso de pacientes se traslade.
Todo esto se agrava si uno tiene en cuenta que hace años que el hospital se estaba construyendo, y que además se ha contratado una empresa experta en este tipo de traslados, que se supone que lleva tiempo trabajando en ello. Y supongo que era así, pero la sensación que deja todo lo precedente, y algunas cosas más, es la de la improvisación. No es que todo tuviera que salir rodado y sin problemas. Una mudanza de estas características no es fácil, los contratiempos son múltiples y a veces hay que ir a salto de mata, pero hay cosas que no tienen perdón de Dios. Quiero confíar en que hay alguien que tiene las cosas claras en este traslado. Pero nos lo ponen difícil.
Paralelamente a este proceso, Palma se ha llenado de carteles anunciando el nuevo hospital, "uno de los mejores de Europa", dicen. A día de hoy, permítanme que lo dude. Tal vez algún día, si nos dejan. Por lo pronto, sólo genera nervios, frustración y pataletas como esta. Desearía que algún día se transformara en orgullo. Al menos habrá servido de algo. Pero conociendo el paño y la tendencia, me temo que va a ser que no.