jueves, 24 de octubre de 2019

La hoguera de las vanas vanidades

Ya deberíamos estar al tanto de que los tiempos cambian. Pero no en la forma simple y superficial de las modas, que sólo modifican algunos aspectos más o menos vacuos. No es tampoco evolución, la cual evoca cierta progresividad. Estamos en un momento de ruptura, de salto, como pocos se han dado en la historia de la humanidad (me atrevo a decir que sólo dos veces: revolución del neolítico e industrial). Viniendo de donde venimos, a día de hoy todavía vemos más lo que estamos perdiendo que lo que vamos a ganar. Y una de esas cosas que están desapareciendo es la intimidad. Con el surgimiento del sujeto moderno apareció en él un campo propio, personal e intrasferible que debería ser objeto de mimo y cultivo, puesto que es donde la vida propiamente dicha se desarrollaba. Se subrayó lo individual y surgieron las ideas de ciudadanía, derecho y la conciencia política, la intimidad y la privacidad. Ese hincapié ha durado un par de siglos y parece que se está diluyendo. En esta sociedad de la exposición, vamos dejando pistas de todos nuestros movimientos, a veces de forma voluntaria (cada vez más) y otras involuntariamente. Nos ofrecemos a las redes, a los gobiernos, a las corporaciones, nos vendemos por un puñado de likes, que paradójicamente nos minan buscando reforzar un ego cada vez más caquéctico. Lo de las redes es tan sólo un síntoma de algo más profundo y grave, de una tendencia a ir perdiendo la privacidad y la intimidad, de la dilución en la masa (que ya ni siquiera lo es, ha sido transformada en big data, estudiada y manejada por técnicos).

Ya no hay un yo, sólo va quedando el ego, esa bestia voraz que exige cada vez más, en una carrera por engordar y satisfacer una indigencia infinita.

miércoles, 16 de octubre de 2019

En los márgenes

Soy de los que subrayan los libros y hago anotaciones en los márgenes. Es mi huella en ellos. La huella de su huella. Hitos de un camino, miliarios de la vía del espíritu. A veces revisitas esas páginas años después, y te encuentras con esas señales, que ya parecen hechas por alguien ajeno, por alquien que fue yo pero ya no lo es. Es una situación extraña. Puede que aún se mantengan esos puntos de vista, o no. Incluso se pueden añadir nuevas notas, sumando capas y sedimento, dotándo al papel de cierta vida y organicidad. 

También tengo libros de segunda mano, adquiridos en mercadillos, librerías de viejo o directamente del contenedor (como creo que es un crimen tirar un libro, a menudo los rescato). En algunos también han dejado huellas: subrayados, notas, dedicatorias, exlibris... Son pistas de otras vidas, a las que me asomo con curiosidad. Pequeño destellos, indicios de existencias ajenas con los que intento componer alguna clase de constelación. 

Porque a veces las hojas de un libro viejo son ventanas por las que asomarse a universos, inabarcable e inalcanzables, pero que están ahí. Y sólo saber que existen ya es un alivio y un estímulo. 

martes, 1 de octubre de 2019

Treinta años de avalancha

Expandiendo un poco el conocido tango, diríase que treinta años no es nada. Vistos en retrospectiva, han pasado volando, y uno no puede evitar preguntarse ¿ya han pasado treinta años?. Pero el tiempo es elástico y extraño, y en ese tiempo que ahora parece breve han pasado muchas cosas: para empezar, hemos crecido, nos hemos hecho adultos. El mundo también ha cambiado mucho: hace treinta años aún duraba la guerra fría, no había móviles ni internet (no al menos a pie de calle), y nos manejábamos en pesetas. 

La vida era ligera entonces. Pero de un día para otro empezó la pesadez, se deslizó una avalancha que aún dura, y que no va a parar hasta que la muerte, que la puso en marcha, venga a ponerle el punto final. 

domingo, 22 de septiembre de 2019

Beastie Boys. Sabotage

Nos hacemos mayores, pero lo sabemos por lo que pasa fuera. Los hijos de los amigos y los sobrinos son preadolescentes (si no adolescentes ya), las cosas cumplen años. A falta de achaques de salud y señales de deterioro (aún tenues), por aquí no parece pasar nada. Y de pronto te topas con un programa en la radio en el que recopilan discos que están cumpliendo 25 años. Y los conoces todos. No sólo eso, sino que algunos (bastantes) forman parte de tu memoria sentimental y los viviste en primera persona: Soundgarden, Offspring, Greenday, Weezer, Nine inch nails, Jeff Buckley, Beastie boys, Oasis, Radiohead, Pulp, Blur, los American recordings de Johnny Cash... Muchos debutaron o explotaron (o ambas) en aquél 1994, del que ya nos separa un cuarto de siglo, que se dice pronto. 

Por poner algún video, me quedo con el Sabotage de los Beastie boys. Porque está dirigido por Spike Jonze (rey del videoclip, del que habrá que hablar en otra ocasión) y porque da nombre a una sala de Palma en la que he tenido buenos momentos. 

viernes, 20 de septiembre de 2019

Sintomatología

Todo es síntoma de algo. Nada es absoluto. En todo hay relación. No siempre de causa y efecto, basta con que una cosa nos remita a otra. Se establecen redes y niveles. Toda definición, caracterización, concepto... es petrificación y encorsetamiento. Emprobrecimiento. Pero no podemos manejarnos con el infinito y hay que podar. En determinados ámbitos no podemos hacer otra cosa que acotar. Pero acotar no implica blindar o cerrar, aunque la tentación sea fuerte. Contra ella hay que luchar. Frente al cierre, la apertura: dejar siempre un margen, una puerta abierta a ver relaciones, a la expansión y la ampliación. Hay que estar siempre dispuestos a reconocer síntomas, a ensamblar unas cosas y otras, a enriquecer. 

domingo, 15 de septiembre de 2019

De los tatuajes

De un tiempo a esta parte va tomando forma en mi mente la idea de que la mayoría de fenómenos de la moda no son tan superficiales como parecen. Lo estético no es (sólo) cuestión de vanidad y postureo. Todo está enraizado en profundidades que no siempre estaríamos dispuestos a reconocer. ¿Porqué se usa un determinado tipo de prendas, colores, palabras, gestos... y no otro? ¿de qué es síntoma lo que se ve (lo que dejamos ver, y sobre todo, lo que no dejamos ver de forma consciente)? Reflexiones de este estilo me las inspira el fenomeno de los tatuajes, tan presente hoy en día. Siempre ha habido tatuajes, pero eran algo tribal en su origen (y puede que todavía lo sea) y luego fue algo muy asociado a cuestiones del lumpen (presidiarios, delincuentes...) o a determinadas profesiones (gente del mar, algunas secciones de los ejércitos...). Pero de un tiempo a esta parte es algo muy popular y todos conocemos a alguien que se ha hecho algún tatuaje (eso cuando no los llevamos nosotros mismos). Hay quien ha convertido su piel en un lienzo y se han coloreado las partes más inverosímiles, en una especie de carrera por ver quién lleva los tatuajes más extremos y originales. 

Mi idea es que tiene que ver con un afán de permanencia. Muerto y descompuesto Dios hace ya tiempo, atomizadas las sociedades, pulverizada la economía por la crisis, cunde la sensación de que no hay nada a lo que agarrarse. Ni siquiera a uno mismo, y de ahí el afán de cubrirse de decoración que aspira a una parcela de eternidad, a modificarse más bien poco y que será fácilmente retocable y perfeccionable. 

También tengo la idea de que llegará el momento en que la moda nos hará detestar los tatuajes, y entonces la carrera será por borrarse toda la tinta que se haya puesto uno en la dermis. 

martes, 3 de septiembre de 2019

La chica del carpe diem

Quise perderme en la noche, fundirme en la oscuridad. Recorrí discotecas de postín, pubs de moda, antros de barrio, afters decadentes y zulos de yonkis. Traté de experimentar: con sustancias, con personas y posibilidades. Creía ir en pos de algo importante mas era la huida lo que buscaba. Acallar este desasosiego y llenar este vacío. El viaje por el mundo de las luces no lo había logrado. Al contrario: la incomodidad había crecido. Pensé que quizás las sombras podrían acogerme y sanarme, pero el dolor contiuó en aumento. Llegué a desear la muerte, a la que veía como cese y fin de todo padecimiento. Tonteé con ella para ganarme sus favores. Pero comprendí que con ella también acababa la delicia y el gozo, y que si huía de aquella ominosidad desagradable era para mantener lo poco positivo y placentero que aún podía sentir. Poco me faltó para car en el profundo pozo del que tantos no salieron, si no hubiera sido por aquella chica tatuada con el topico Carpe diem que transitaba la noche con estrépito. Había visto muchos tatuajes casi iguales, pero aquella mujer tenía un aura especial, se encaminaba a la destrucción con más decisión y entusiasmo que cualquiera de aquellos pobres dementes que nos agrupábamos en esos ambientes.

Siempre sospechaba del Carpe diem y la vorágine en la que parecía sumergir a sus acólitos. Nunca me creí esas ansias de placeres y felicidades. Aprovecha el momento, sí. Si el momento es de sufrir, sufre y aprovhécahlo. Si hay que gozar, goza y que te sirva de provecho. No hay que toar el mañana demadiado en serio, pero tampoco hay que despreciarlo. Que el provecho del hoy haga mañanas más intensos y provechosos, en la dicha y en la desgracia, en la salud y en la enfermedad.

Así sané en la enfermedad. 

martes, 20 de agosto de 2019

Persona, máscara, orden y caos

Sucede que nos acabamos adaptando tanto a los roles que desempeñamos, a las caretas que nos vamos poniendo en cada ambiente y situación, que llegamos a hacerlas tan nuestras que no sabemos comportarnos de otra forma, velando muchas otras máscaras, sobre todo la que usamos como la más íntima, a la que nos referimos como nuestro yo mismo, ese núcleo se supone más auténtico desde el que nos irradiamos al mundo. Pero insinúo que eso podría ser también máscara, no como un telón que esconde, sino como fruto de la ordenación de un caos, de una cosmética. Porque cosmética viene de cosmos, que etimológicamente es orden. Y su opuesto no es el caos, que en su origen es la abertura de la que todo emana. El caos es la condición de posibilidad del orden. 

Así pues, hay caos y luego podemos decir que somos algo. 

viernes, 9 de agosto de 2019

Hacia adelante

Acabamos de empezar el siglo. Pero ya hay gente que conocerá el próximo. Siglo XXII. Suena raro, quizá porque estuvimos demasiado fascinados con el simbólico 2000 y el XXI, que ya son pàsado y presente. Y porque, reconozcámoslo, nos es un futuro muy remoto al que ni nos vamos a acercar. Pero ya no todos. 

miércoles, 7 de agosto de 2019

Flâneurismo

Vagar sin rumbo. Pasear sin un objetivo concreto, dejando que los pasos te conduzcan sin dirigirlos. A veces acabas en callejones soliarios, huyendo de la masa. Pero otras desembocas en las rúas más bulliciosas, repletas de una marea que te engulle y te arrastra. Algunos días te gusta esa dilución. Pero otros te da por extraer algo de la indiferenciación. Entonces te dedicas a mirar a las personas a los ojos, al azar. Un anciano que avanza con su bastón, una joven cargada de bolsas, un bebé en su cochecito... Imaginas sus vidas, sus luchas y preocupaciones. Es posible que en algún caso se acierte. Tal vez sea un acto violento el de forzar -en mi mente- que esas personas, que han salido a la calle a mezclarse en el pulso y torrente de la ciudad, se destaquen y pasen a primer plano en mi pantalla. Tal vez no era eso lo que quería. Pero a veces alguien te devuelve la mirada, y de esas, algunas se produce un chispazo de complicidad, de reconocimiento. Hacen que el paseo valga la pena, son una pequeña e importante carga de energía. Y es que al fin y al cabo, aunque se busque una cierta inmersión, de lo que se trata es de mantenerse a flote, y esas gentes en definitiva son flotadores, rocas en las que tomar aire y descansar para proseguir la travesía. Es una cuestión de supervivencia. Aunque a veces haya riesgo de encallar. 

viernes, 2 de agosto de 2019

Impartiendo justicia

Parece que hay gente que cree que la justicia evita los crímenes, y que endureciendo las penas estos desaparecerán. Curiosa creencia. Milenios de pena de muerte en distinas formas y variantes no han impedido que siga habiendo asesinatos. Puede que haya echado a alguien atrás, y ya está bien, pero diría más bien que con castigar los delitos ya hay más que suficiente. Y más cuando nos encontramos con delitos en los que hay un componente irracional muy importante, movidos por pulsiones y fuerzas que nacen de profundidades oscuras 

Otro tema es si las penas que hay son adecuadas o no, pero eso es algo subjetivo para cada época y lugar, que considera unos delitos más graves y susceptibles de ser más castigados según su sensibilidad. 

miércoles, 31 de julio de 2019

Chapter 27: el abismo de Chapman

He visto Chapter 27, relato desde la mente de Mark David Chapman de los tres días anteriores a que matara a John Lennon. De sus pensamientos y movimientos en esas horas. De cómo estuvo mordeando el edificio Dakota en Nueva York junto a otros fans, ansioso por encontrarse con su ídolo. De las relaciones que estableció con esas gentes (en concreto con una chica y un fotógrafo, que hizo la foto que ilustra la enytrada, en el momento que el Beatle le firmó su último disco, Double Fantasy), del momento de la firma y el asesinato unas horas después. De El guardián entre el centeno (el libro del que Chapman jamás se separaba) y Holden Caulfield. De su desequilibrio mental. 

Es un retrato inquietante y desasosegante de unos de los crímenes más impactantes e incomprensibles del siglo XX, desde la perspectiva del asesino. No se trata de angelizarlo, sino de mostrar ese lado y arrojar algo de luz (una luz muy oscura). Aunque se peuda hacer pesada por momentos, resulta hipnótica y capta la atención. La interpretación de Jared Leto es inquietante (así como su transformación física, que lo hace irreconocible), pero lo más escalofriante viene en los créditos: el actor que interpeta a Lennon se llama Mark (Lindsay) Chapman. 

Como fan (más de los Beatles que de Lennon en solitario), tenía que verla y estaba en la lista de espera. Aunque sea un tema desagradable que hay quien evita, es preciso asomarse a estos abismos.

lunes, 29 de julio de 2019

De la pérdida temprana

Jóvenes que mueren en los primeros pasos de la vida, justo cuando se empieza a abrir el abanico de decisiones que la van a ir configurando y haciendo única. Son muertes dramáticas que marcan a sus familiares (sobre todo) y amigos. Éstos se harán un hueco en el mundo, encontrarán nuevos amigos y seguirán su periplo vital con mayor o menor fortuna. Pero continuarán. Y será imposible que los progenitores de los desaparecidos no vean en ellos su estela, lo que podrían haber sido, imaginando cómo serían de haber llegado a la misma edad. Igualmente, en los que quedan hay un cierta misión de llevar a cabo y cumplir de alguna manera simbólica esas vidas que se truncaron demasiado pronto. Sobre todo ante esos padres, que puedan enorgullecerse en cabeza ajena, aunque resulte doloroso. 

lunes, 22 de julio de 2019

Hablar de política

En ocasiones, en estas fases de bloqueo/sequía/pereza, me entran ganas de, para dar un poco de vidilla al blog, escribir sobre los asuntos políticos que entretienen al personal. Pero en seguida se me pasa. La política es una actividad ebrutecida y embrutecedora. Al menos la política de escaños y estrados, con sus partidos, adhesiones, consignas y vetos. Ese camino mejor no transitarlo. Habrá quien acuda al lema según el cual todo es política. Y no lo niego, pero de ahí a que todo tenga que pasar por los partidos y sus cuitas hay un trecho bien gordo. Porque de eso viven, de intentar fagocitar la realidad toda, asaltando espacios que sí, son políticos, pero que deberían ir más allá de ellos. Se produce de este modo un empobrecimiento, una tala de matices, una jibarización del mundo. Una cerrazón y un imponerle esquemas, en devinitiva. Y creo que es mejor estar abiertos y receptivos a lo que hay ahí fuera, sin pretender encorsetarlo ni enconrsetarse. Sólo así, y en el juego,  hay libertad. 

En estos momentos se está celebrando un debate de investidura en el congreso de los diputados, pero no esperen que haga ningún comentario al respecto. 

domingo, 23 de junio de 2019

La burbuja del ego

Ego por todas partes. Todo el mundo afirmándose. Porque lo valen. Y porque se han creído que esto es una guerra en la que hay que vencer sí o sí. Todo son afrentas y desafíos. Son tiempo anodinos en los que falta épica y se busca la emoción en cualquier menudencia, a veces hasta extemos grotescos. Cada vez somos más incapaces de tomar distancia de nostros mismos y diluirnos, de desprendernos. Como mucho nos escondemos tras máscaras desde las que nos proyectamos, a menudo movidos por temores impulsados por esa épica a la que parece que apelamos de forma continua. 

Oigo estupefacto a las jóvenes promesas hablar de la creación desde la experiencia, que hay que hablar de lo que se ha vivido y masticado (aunque sea en boca de otros personajes). Y veo cómo a menudo se es incapaz de comprender que lo que antaño se ha creado no es una opinión o vivencia de quien lo haya creado. A mucha gente no le cabe en la cabeza que no se pueda escribir e incluso opinar en contra de las ideas y pensamientos propios. Todo se convierte en catecismo de las creencias y afirmación del ego, que se muestra así débil. Cualquier andamio que sostenga y refuerce ya viene bien, y lo peor es que esa prótesis externa acaba internalizándose y creyendo que es algo íntimo. 

Burbuja egoica. Pinchémosla opinando contra nosotros mismos. Cuestionándonos. Poniéndonos en la picota. No nos achantemos ante la contradicción. Reivindiquémosla. Traicionémonos. Juguemos. Porque esto no es una guerra. Es un juego y no hemos venido a ganarlo, sino simplemente a jugar. 

martes, 11 de junio de 2019

Virgen

Que todas las veces sean una primera vez. Acercarse virgen a las cosas. ¿Cómo es posible, si es que lo es? ¿Imbuyéndose con más intensidad en ellas, sumergiendonos y buceando con los cinco sentidos (y algunos más)? ¿O desprendiéndonos del bagaje previo? La pregunta obvia es el cómo, y si vale la pena deshacerse de lo previo para abrazar mejor lo nuevo (que en realidad no lo es tanto). Sin duda, lo ideal sería retener ambas tendencias. Pero, ¿desde qué instancia es eso posible? ¿Es necesario el esfuerzo, aunque sólo sea para que unas pocas personas, y en unos pocos instantes logren un atisbo de esa intensidad de las primeras veces? 

martes, 28 de mayo de 2019

Mesías

Recoge Nietzsche la vieja leyenda según la cual al morir Buda, su sombra se siguió viendo en una cueva durante siglos. La imagen la usa para advertirnos de que si bien Dios ha muerto, de alguna manera sigue pululando algo suyo por ahí. Vale también la imagen de las estrellas ya extinguidas que seguimos viendo debido a que son tan lejanas que su luz aún nos sigue llegando. 

Puede que en algunos niveles haya quien se haga la ilusión de haberse liberado, de que las divinidades y toda su cohorte de prodigios, fuerzas y poder son cosas del pasado ya superadas. Que se erijan como adalides de una nueva humanidad libre. Pero en alguna región seguimos sintiendo la orfndad. Quizás nunca se deje de sentir y siempre haya estado ahí siempre. Puede que hay sido el impulso que nos haya llevado a creer en dioses. Pero lo que Nietzsche pone sobre la mesa es que el tiempo de los dioses ha pasado, que ya no nos bastan para cubrir ese vacío, que ahora se abre en todo su pavoroso esplendor. Vacío. Nada. Ese es el panorama. Hasta el momento se ha intentado tapar el hueco con ficciones que han funcionado, pero que también han puesto en marcha dinámicas que han conducido al desvelamiento. No parece ser el momento de crearnos un nuevo Dios (no hemos sido capaces de generar ninguno nuevo durante siglos), pero hay cierto impulso hacia ello. Se buscan sucedáneos que no están a la altura. Como tapar la luz del sol con la yema del pulgar, se pretende cubrir esa nada con un tapón de corcho. 

Nietzsche ya advirtió que la ciencia o la política (todos los -ismos que ya surgían en su época, y los que habrían de surgir) eran sucedáneos de este tipo, y que muchos irían surgiendo. Es llamativo cómo se comporta mucha gente, que pareciera que están esperando al Mesías que les llevará al paraíso terrenal. Se ve en la devoción que se manifesta a algunos partidos políticos, a los equipos de fútbol y sus líderes, a tipos populares e incluso a personajes de ficción. Hay mucho vacío que busca ser rellenado, y ya no tenemos ni dioses para rellenarlos, que al menos tenían una grandeza de la que se carece. 

Tal vez sería mejor no dejarse llevar y convivir con la nada, jugar con ella. Morar los desiertos y los abismos de los subsuelos. Deshacernos (violentamente, si hace falta) de todo impulso que nos conduzca a seguir y adorar a alguien como guía. Es la enseñanz de Zaratustra, que se pasa todo el libro apremiando a los discípulos que le van surgiendo para que le abandonen, y al final siempre acaba siendo él el que los rehúye y los deja a su suerte. Y por supuesto, si hay que huir de los mesías que nosotros mismos nos creamos, en mayor medida hay que huir de quienes se nos presenten como tales. 

No. Ya no hay nadie a quien seguir. El horizonte está abierto y la perspectivas son mucho mayores. ¿Y qué hago yo aquí hablando de Nietzsche y su Zaratustra? 

domingo, 26 de mayo de 2019

León Benavente. Como la piedra que flota

León Benavente están de vuelta. Tras dos celebrados LP y algún EP, anuncian su tercer disco y de él sacan este nuevo tema, en el que se reconoce su estilo, pero que tampoco lo es del todo. Hay algo de evolución, pero lo esencial se mantiene: una poética muy suya y reconocible en las letras de Abraham Boba, y un sonido contundente que anticipa un potente directo (que lo es). Y además, cuenta con la colaboración de María Arnal, que enriquece el tema con su voz. 


viernes, 24 de mayo de 2019

Antenas

Antenas que otean el horizonte en busca de ondas que poder descifrar y que escondan alguna clase de mensaje. Al mismo tiempo hay emisión, en busca de otras antenas que puedan escuchar de forma adecuada. 

Pero al final, es más cuestión de software, de la capacidad de emitir y de recibir, que de hardware. La antena por sí no hace nada si detrás no hay una labor codificadora y decodificadora. Ahí está la tarea. 

martes, 21 de mayo de 2019

Destripado

Veo algunas series. No demasiadas. En general prefiero el cine. A veces me dejo llevar por la moda y me pongo alguna de las que más triunfan y están en boca de todo el mundo. Siempre y cuando entren dentro de mis gustos (géneros, temáticas...), no porque sean de éxito. En ningún caso evito los datos sobre lo que va a ocurrir. No me importa que me destripen los acontecimientos. Es más, incluso los busco, más que nada por ahorrarme verlas si veo que no me van a gustar y así ahorrar algo de tiempo, que va escaso y es valioso, y no conviene perderlo con cualquier cosa que nos pongan delante. Ya desperdicié bastante haciendo una tesis. 

Por lo demás, son sólo series, y no pasa nada. ¿O es que acaso no sabíais que el Titanic acababa hundiéndose?

lunes, 20 de mayo de 2019

Modas al volante

El comportamiento humano está sometido a modas. Sospecho que hasta un grado difícil de concebir (la historia misma podría surgir de ahí). Incluso en lo delictivo y erróneo hay modas. En concreto, al conducir. Cuando vamos al volante  estamos más vigilantes de lo que hacen los demás, y nos percatamos de más conductas de estas. Más allá de las infracciones francas, hay multitud de pequeños vicios que acaban molestando, y ahí he visto alguna modas. Por ejemplo, hace un tiempo se veía mucha gente que antes de hacer un giro se abrían hacia el otro lado, llegando a invadir carriles (en el mismo sentido o en el otro) y dando algún susto. Eso no lo veo mucho últimamente. Lo que de un tiempo a esta parte noto es la costumbre de dejar espacios excesivos an los semáforos. No una distancia mínima, sino huecos entre coches en los que habría al menos otro vehículo. Me llama la atención, porque ante se veia tanto (incluso era al revés, la gente se pegaba ). 

No obstante, hay hechos que están más allá de las modas, que son algo así como eterno. Lo mismo ocurre en estas costumbres, digamos, molestas. Y al volante también. Está lo de los intermitentes, que no se ponen ni por orden del médico.  

sábado, 18 de mayo de 2019

Sequía

A veces ocurre que te secas, aunque el agua no falta. No brota ni riega, corre bajo la superficie, aislada de las regiones donde puede alimentar. En cualquier momento puede aflorar, mientras tanto acumula energía y presión. Sólo cabe esperar que cuando rompa no genere grandes destrozos. 

miércoles, 17 de abril de 2019

Fuego

El fuego atrae la mirada. Es hipnótico. La danza de las llamas, los colores, la distorsión que el calor provoca en los materiales y la visión. Cuando hay una hoguera cerca, es imposible no quedarse contemplando embobado. 

Por eso, cuando anteayer ardió Nuestra Señora de París, no fuimos pocos los que, no sin cierto rubor, vimos belleza en el incendio. Alguien fue muy criticado (de esta forma tan farisaica y moderna) por hacer una compración con las fallas valencianas. Pero sí, hay belleza en la destrucción. Da vergüenza reconocerlo, hay que tener valor. Pero en ese contraste de fascinación y desagrado hay fuerza. Viene a mi memoria la imagen de Jünger en una azotea del París ocupado contemplando un bombardeo  enemigo como quien ve una obra de arte, tomando una copa. 

Fue un momento estéticamente kantiano. Para Kant, el desinterés es la clave de bóveda de lo estético. Es autónomo y no está influido por ninguna otra consideración: ni de conocimiento, ni material, ni de ninguna otra clase. Es difícil realizar este destilado, porque en seguida saltan las consideraciones (los intereses) de toda índole: el valor espiritual, histórico, artístico, incluso el económico. Esto también se sumó a lo hipnótico. Vimos la destrucción (que luego no ha sido tanta, pero nos temimos lo peor) de un símbolo. En este sentido fue un fuego que nos dejó fríos, que nos heló. 

Lo viví pensando que en otro tiempo se vería no una simple desgracia, sino alguna clase de señal. Algo que se intensificó al saber que al mismo tiempo también ardía la mezquita de Al-aqsa en Jerusalén (con menos destrucción, pero ardiendo al fin y al cabo), yb en estas fechas de Semana Santa en las que estamos. ¿Y si al fin y al cabo sí fue alguna clase de señal? A este respecto, un comentario de un amigo en un grupo de Whatsap: "cuando arde la iglesia, el diablo se acerca". Veremos. 

Finalmente, un recuerdo personal. Estuve en Notre Dame va a hacer ahora ocho años. Debo reconocer que me decepcionó (como casi todo lo que visito), y con esa sensación la visité. Además, está la cuestión de la masificación: en un mercado hay menos gente, y el barullo que había allí dentro no era adecuado al monumento, contribuyendo así a la decepción (evidentemente, yo era uno más dentro de la vorágine, engrandeciéndola). En las fotos que hice sólo se ve multitud. Pero de aquella visita hubo algo que destacó y que es la imagen que hay en mi memoria: un Guardia Civil. De uniforme. Lo vi un instante, se escurrió en seguida y llegué a dudar de si lo había visto. Pregunté a la gente que me acompañaba y nadie se había percatado de su presencia. ¿Qué puñetas hacía un Guardia Civil, con uniforme (de hecho, en mi grupo había uno, pero estaba de vacaciones), en otro país y dentro de una catedral?

PS: resuelto el misterio del Guardia Civil 

viernes, 5 de abril de 2019

Cobain. Veinticinco años

Se cumplen hoy veinticinco años del suicidio de Kurt Cobain. A muchos no les dirá nada. Pero a los que vivimos la época con plena conciencia significa mucho. Recuerdo perfectamente lo que hacía cuando por la radio dijeron, un sábado por la tarde, que Cobain había sido hallado muerto. Yo tenía 16, y me sabía sus discos de memoria. Es cierto que la explosión de Nirvana me pilló en mi época rapera y lo vi con cierto recelo y desdén. Pero en esas edades se cambia mucho, y me acabé pasando a todo lo que tuviera una guitarra eléctrica, y Nirvana eran entonces los que marcaron el pulso de la época y de los jóvenes de aquellos años. Los había mejores y con más talento, pero ellos estuvieron en el lugar exacto en el momento justo. Y nadie como ellos expresó la rabia y el desconcierto de la juventud, el vértigo de la vida y el mundo por delante. Resulta paradójico, porque los años noventa se abrían con la guerra fría agonizando y el horizonte bastante despejado, pero lo que surgió fue esa rabia y desesperanza que a veces tiene mucho de pose, pero que en Cobain, viendo lo que acabó ocurriendo (llevó fatal el éxito y cayó en una espiral autodestructiva que le condujo al suicidio) no era impostada. 

Seguro que mucha gente de mi quinta recuerda como yo el momento en que supieron de la muerte de Kurt Cobain. Luego vino la idolatría, la moda y la explotación comercial, que llega hasta nuestros días. A veces veo con nostalgia a algún joven de instituto con camiseta de Cobain, igual que las que algunos llevaron entonces, y no puedo dejar de pensar que el Cobain que él admira ya no es el mismo que yo viví (para él es pasado y mito, yo lo vi desplegarse y apagarse). 

Ahora suena en mi repoductor el vinilo del Unplugged, grabado unos meses antes del suicidio y publicado unos meses después. Le falta la electricidad rabiosa característica del grupo, pero tiene una melancolía y un desgarro que adquiere todo su sentido sabiendo el infierno en el que andaba metido. A destacar una imagen: vayan al minuto 3:57 de esta desgarradora versión del Where did you sleep last night de Leadbelly, en esa pausa, mirada y toma de aire/suspiro está todo. 

domingo, 24 de marzo de 2019

The Delgados. Coming in from the cold.

En este blog nos gusta la música y también el ciclismo. Así que no podemos dejar de señalar esta extraña curiosidad: un grupo escocés que toma el nombre de uno de nuestros más queridos ciclistas.

sábado, 23 de marzo de 2019

Pupa

Gravitando sobre su almohada, pegado al techo, una criatura escogió realizar su metamorfosis. Poco a poco tejió su capullo y se fue transformando. Mientras tanto, más abajo, el sueño se volvió inquieto. Las pesadillas repletas de fluidos y viscosidades se hicieron frecuentes, forzando despertares sudorosos. Costaba dormir y al despertar la sensación era de no haber descansado. Fueron sólo unos días, hasta que se percató de aquella sorprendente presencia justo sobre el lugar donde su cabeza reposaba al dormir. Armado con un trozo de papel higiénico, se encaramó a la cama y descolgó al invitado. Lo exploró y vió cómo el gusano asomaba por una abertura. Lo espachurró y lo tiró al váter. Las noches volvieron a ser plácidas desde entonces, aunque él nunca relacionó aquellos días de sueño extraño con la el ser que tuvo sobre su cabeza en la noche. 

viernes, 22 de marzo de 2019

El cielo sobre Berlín

De forma irónica suelo decir que soy un cinéfilo no practicante. Más que nada por falta de tiempo (la vida moderna, que no nos deja ni dos horitas para relajarnos ante la pantalla). Pero últimamente, no teniendo ya que dedicarme a la tesis, he ganado mucho tiempo, y estoy volviendo a la senda del cine. Así, y a raíz del reciente fallecimiento de Bruno Ganz, me puse El cielo sobre Berlín (Wim Wenders, 1987), cinta que tenía en la lista de lo por ver desde hacía tiempo. Fue toda una revelación. Más allá de la película en sí, la sensación que me dejó fue la del tiempo perdido: ¿cómo es posible que no la hubiera visto ya?.

Se trata de una deliciosa historia de ángeles que contemplan las vidas humanas sin apenas poder intervenir en ellas y sienten cierta envidia de nosotros porque a sus vidas (eternas) les falta color (de hecho, cuando se nos muestra su perspectiva, la película es en blanco y negro) y matices. Sin embargo, a veces les surge algún chispazo de sentimiento y pueden "caer" al mundo mortal y "disfrutar" de la humanidad. Además de la hisoria, las reflexiones y diálogos entre estos seres sobrenaturales, la fotografía, o los escenarios constituyen una combinación de una belleza poética difícil de resistir. Y por encima del relato en sí, está la ciudad de Berlín: decadente, deprimida aún por la guerra, dividida (rodada en 1987, el muro está muy presente), pero hermosa, viva y sugerente. Se trata, sin duda, de un canto a la capital germana. Y luego está Nick Cave y su trouppe (si son seguidores, ya se habrán dado cuenta de que aquí es devocion lo que se seinte por él) que ponen la banda sonora y aparecen al final haciendo de ellos mismos en un concierto en el que se produce el desenlace de la película al son de From her to eternity.

Hay una segunda parte de 1993, ¡Tan lejos, tan cerca!, con la ciudad ya sin muro y en auge,  que abunda en los vaivenes y conflictos de estos seres angélicos, pero que para mi gusto ha resultado menos deliciosa que la primera y la ensombrece. De cualquier modo, también es recomendable. 

jueves, 21 de marzo de 2019

Sueños que permean la vigilia

A veces tienen sueños cuyo influjo se extiende en la vigilia. Ensoñaciones que te dejan en un estado de ánimo concreto para todo el día, que dejan un poso y que te obligan a rumiar. Pueden ser pesadillas que te mantengan nervioso o todo lo contrario: sueños placenteros o simplemente plácidos, que te mantienen en un estado de relajación que invade la vigilia. 

El otro día me pasó algo así. Mi subconsciente decidió rescatar de la memoria a la primera chica de la que estuve enamorado, hace ya muchos años (décadas ya), en esos años púberes en los que todo se siente con una intensidad dolorosa. En el sueño se organizaba una cena de reunión de la clase, y allí me reencontré con ella (de la que perfectamente puede hacer veinte años que no sé nada). Todos éramos más o menos iguales solo que algo más viejos, en correspondencia con la edad. La más cambiada era ella, y a peor: mantenía un rostro aniñado (excesivamente), pero su cuerpo estaba demasiado avejentado, incluso portaba sondas y complementos varios que la ayudaban en sus funciones vitales. Era, literalmente, una ruina. Algo que venía de un pasado remoto, que ya no debería significar nada, pero que al parecer todavía tiene algún poder, porque me tuvo todo el día melancólico. Incluso rebusqué viejas fotos para refrescar la memoria. El mundo conspiró un poco, puesto que en la radio sonó alguna canción de aquella época, de esas que tengo asociadas a aquellas vivencias y sentimientos, y que de tanto en tanto se dejan caer, pero que hacía mucho tiempo que no me llegaban como me llegaron el otro día. 


lunes, 18 de marzo de 2019

Planes de vida

Se cita mucho aquel verso de Lennon que reza que la vida es lo que nos pasa mientras estamos ocupados haciendo planes. Pero ¿qué es la vida si no es hacer planes? No estar proyectando es vegetar, y para nosotros humanos eso no es estar vivo (aunque valga para las plantas). Aunque también es cierto que a veces la marabunta en la que andamos metidos sepulta la base sobre la que todo se sustenta, que es la vida misma, esa que posibilita los planes. Sí, de tanto en tanto hay que parar un poco y ver el bosque que los árboles a menudo no nos dejan ver. Acceder al claro que nos permita ver el substrato y la trama. No es mal plan. 

martes, 12 de marzo de 2019

Opinando

Ante la avalancha de información que nos asola sentimos el apremio de posicionarnos en medio del marasmo. Buscamos asideros fuertes para no ser arrastrados. Así vemos a gente aferrarse con uñas y dientes a sus seguridades. No está mal tener algunas cosas claras. Algunas. El problema viene cuando queremos opinar sobre todo y además hacerlo con seguridad. Para más inri, parece que el tsunami nos obliga a opinar. Nos vemos impelidos a opinar, no está bien visto no tener opinión. 

Desde aquí reivindicamos la suspensión del juicio, la vieja epojé de la filosofía escéptica. No podemos cargar con el peso del mundo, puesto que acabaremos sepultados por él. Desentendámonos de tantas y tantas cosas que nos empujan (que nos quieren empujar) en una dirección y tomemos, si es posible, la nuestra, que en buena medida pasa por desasirse de las funestas influencias. No aspiro a la felicidad de quien todo lo ignora, sino a no dejarse llevar neciamente por la información (que, aunque nos digan otra cosa, nunca es inocente y a menudo se diseña para provocar determinadas reacciones).  

viernes, 8 de marzo de 2019

Larvado

A menudo te encuentras con gente que se apresura en señalar el origen pagano de muchas festividades y rituales cristianos. Seguro que conocen ustedes a alguien que en diciembre empieza a sermonear sobre el solsticio invernal y las saturnales. Es un ejercicio de postureo crítico y supuestamente ateo, pero cae en lo evidente y ya trillado. Lo revolucionario es el nietzscheano ejercicio de señalar lo que de cristiano (en sentido denigrante, es decir: cruzadas, inquisición, moral represora, rechazo de la vida y el mundo...) hay en las nuevas ceremonias y festividades que desde la distintas supuestas militancias (que pareecen varias, pero que en el fondo tienen un núcleo común) se van generando. 

jueves, 28 de febrero de 2019

Constelaciones nietzscheanas

He estado trece años buceando en la obra de Nietzsche para hacer mi tesis. No es un autor fácil debido a su estilo aforístico, en el que concentra mucho en muy poco espacio. Si además le añadimos su aversión a los sistemas y el gusto por el juego, la máscara y la contradicción, nos enfrentamos a un reto importante si queremos tomarlo en su totalidad. Son miles de aforismos que tratan asuntos diversos, pero a los que se puede sacar alguna relación. Al igual que con las estrellas, que están ahí cada una en su sitio, con los fragmentos de Nietzsche se pueden establecer constelaciones: relacionarlos de algún modo y otorgarles una forma que los englobe y a través de las cuales orientarnos en su universo. Es algo que cuadra con su pensamiento, puesto que en el fondo es una cuestión de perspectiva, y posiblemente podamos extraer tantas constelaciones como personas hay. Sin embargo, tampoco se trata de unir al azar, puesto que, tal y como señala Jünger, los aforismos nietzscheanos son como islas, que desde la superficie del mar son independientes entre sí, pero que están unidas en el fondo. La gracia está en ver y establecer esa unión, que no sería única, ya que en Nietzsche hay varias líneas de fuerza que quiebran sus ideas. Y sin embargo, tampoco todo vale, precisamente por esas líneas de fuerza.

Yo he intentado mi propia constelación, tomando como hilo conductor la salud y la enfermedad. Creo que he salido medianamente airoso. ¿Sería capaz de buscar algún otro hilo del que tirar?

jueves, 14 de febrero de 2019

Hacia la soledad

Hacerse mayor es irse quedando solo. Poco a poco el círculo se va reduciendo. Los amigos son menos, las posibilidades también. Antes se estaba ante un mar de posibilidades. Ahora éstas van menguando. Cada vez hay menos decisiones por tomar. Es un camino de preparación y desprendimiento. ¿La meta? Al final estaremos completamente solos ante la muerte, la gran y eterna soledad. 

miércoles, 13 de febrero de 2019

Lumbres

Es un tópico lo de las vidas arrebatadas de las gentes dedicadas a la creación artística. Puede que haya mucho de caricatura ahí, y que a partir de unos pocos ejemplos que se han hecho paradigmáticos, al final quien quiera entrar en los mismos cauces haya de mimetizarse de algún modo en ellos. Pero no esmenos cierto que para iluminarnos y calentarnos en la fría noche de la existencia, tienen que arder algunos leños y han de consumirse hasta las cenizas. La creación tiene algo de sacrificio (de autosacrificio), de autocombustión que desprende luz y calor, y a su alrededor intentamos arremolinarnos quienes nos consumimos a otro ritmo, para ver si se nos pega algo, aunque sea de refilón. Polillas alrededor de la bombilla. Porque más allá sólo hay la nada. 

miércoles, 6 de febrero de 2019

Santidad

Fue ladrón y asesino. Violó. Pegó. Estafó. Vejó. No tuvo escrúpulos y se llevó por delante a todo aquél que se interponía entre él y sus deseos. Acabó linchado y arrojado a una grieta en el monte. Las correrías fueron tan sonadas y temidas, que toda la zona quedó impregnada de un halo maldito, hasta el punto que se generaron leyendas sobre espíritus malignus que rondaban los bosques. Pero quiso el azar que se reunieran las condiciones necesarias para que su cuerpo se conservara casi intacto, y unos siglos más tarde fue encontrado. El hallazgo del cadáver incorrupto fue tomado como una señal de santidad de aquel desconocido, y desde entonces el cuerpo de ese desalmado es venerado y se le piden favores. Hasta se ha construido un pequeño templo sobre la grieta, en la que se expone el cadáver en una vitrina y todos los años se organizan romerías. 

jueves, 31 de enero de 2019

Conversar

Conversar. Ir de un tema a otro sin que lleguemos a conclusión alguna, dejándolos a medias. Que las palabras fluyan sin cauce ni rumbo concreto. Acompañarlas de complicidad. Y de alguna copa, que no nos embriagará tanto como lo que digamos. Sin relojes y sin esperar nada concreto. Pero que quede un poso.

Es uno de los grandes placeres de la vida. Y quien tenga alguien con quien conversar tiene un tesoro. 

miércoles, 30 de enero de 2019

Señales del pasado

De tanto en tanto alguien ya casi olvidado se acuerda de nosotros. Viejas amistades que en día frecuentamos. Gentes con las que mantuvimos alguna clase de relación (contractual, laboral, comercial...). Nos comunican algo o sencillamente quieren saber de nosotros (o en el peor de los casos, obtener algo). Fantasmas del pasado que a veces molestan  y a veces generan extrañeza o mera indiferencia. También puede ser una alegría.   

Y también puede ocurrir, como me ha ocurrido hace unas horas, que sean varias personas a la vez las que comuniquen con uno, por motivos diversos y en principio nada conectados entre sí. Se está en alguna clase de vórtice que apunta a uno y que dirige la memoria de los demás. ¿Qué clase de señal hay ahí, si es que la hay? Lo más fácil es darle la culpa a la casualidad y olvidarse. Pero se queda uno algo mosqueado. Y si le sumamos que no han sido las únicas fantasmagorías que me han rondado en las últimas semanas, más aún. 

Es extraño. 

miércoles, 23 de enero de 2019

Ante el mar

Las olas son vistosas y espectaculares. Tienen su peligro. Pero no nos han de hacer olvidar las corrientes, que a menudo son más importantes y hay que tenerlas más en cuenta. Al fin y al cabo, las olas están sólo en la superficie, mientras que las corrientes son más profundas y ocultas. Y en cualquier caso, la resaca suele ser más fuerte que en el envite. 

martes, 8 de enero de 2019

Maneras de olvidar


Hay olvidos y olvidos. Se puede olvidar dónde se dejaron las llaves: es una simple desaparición de un dato en la memoria, o el archivo en algún recóndito que luego cuesta encontrar. Se pueden olvidar hechos y circunstancias, que luego si alguien nos las recuerda no creemos (incluso hasta el punto de negarlas). Hay también un olvido más profundo, más allá de la memoria. Me refiero al sentimental, al que tantas canciones y versos se han dedicado. De la gente significativa (familiares, amigos, amantes...) no nos olvidamos desde la memoria. De hecho, tenemos numerosos recuerdos y viviencias, normalmente asociadas a sensaciones, les recordamos también con el corazón. Cuando este pellizco desaparece es cuando se les ha olvidado. Cuando hay sólo memoria estéril, un mero proyectar imágenes es cuando hemos olvidado. Sucede mucho más de lo que creemos. A veces también cambian los sentimientos concomitantes: del amor podemos pasar al odio, y viceversa. Son formas de recuerdo también.

Y luego está el olvido del Ser, pero ese es otro tema 

sábado, 5 de enero de 2019

Trampas de la memoria

Lo que son las cosas de la memoria y la forma en que reconstruimos nuestro pasado: siempre creí que yo de niño pedía todos los años un Scalextric a los reyes magos, y que nunca me lo trajeron. Pero sí, algún año cayó el Scalextric, y aún está acumulando polvo en un trastero. Me tuvieron que llevar mis padres ante él para que me lo creyera. 

Ahora, trasladen esta anécdota a sucesos de la historia y lo que nos cuentan de ellos. Y sí, hay gentes dedicadas al estudio de la historia. Pero, ¿son fiables los archivos y relatos? Al final, lo interesante no es la narración absolutamente fiel de lo sucedido, sino el aura mítica de la cual sacar una enseñanza y una guía que aún nos interpele. ¿Y no querrán hacer eso muchos historiadores invistiéndose con los ropajes de la ciencia?

jueves, 3 de enero de 2019

La extraña pareja

Cuando empecé el bachillerato (entonces era el BUP, a la edad a la que ahora hacen 3º de ESO), empezó un chaval que venía de otro instituto. El típico repetidor al que los padres cambian para ver si en un nuevo ambiente los estudios mejoran. Era un skinhead. Con una foto de Franco en la carpeta. ¿Y a qué no saben de quién se hizo íntimo amigo? Del punki de la clase. Del que nos endosaba a los Sex Pistols a las primeras de cambio, que emborronaba las mesas con el símbolo de la anarquía y se metía en todos los jaleos que podía. Su amistad duró hasta el COU, momento en que les perdí el contacto al irnos a la universidad. Ninguno de los dos dejó de ser lo que era, y eran inseparables. 

Eran otros tiempos (más abiertos y libres) y éramos jóvenes (también más abiertos y libres). Todo era posible entonces. Y ambos llevaban las mismas botas.