Jóvenes que mueren en los primeros pasos de la vida, justo cuando se empieza a abrir el abanico de decisiones que la van a ir configurando y haciendo única. Son muertes dramáticas que marcan a sus familiares (sobre todo) y amigos. Éstos se harán un hueco en el mundo, encontrarán nuevos amigos y seguirán su periplo vital con mayor o menor fortuna. Pero continuarán. Y será imposible que los progenitores de los desaparecidos no vean en ellos su estela, lo que podrían haber sido, imaginando cómo serían de haber llegado a la misma edad. Igualmente, en los que quedan hay un cierta misión de llevar a cabo y cumplir de alguna manera simbólica esas vidas que se truncaron demasiado pronto. Sobre todo ante esos padres, que puedan enorgullecerse en cabeza ajena, aunque resulte doloroso.
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