miércoles, 31 de marzo de 2010

En piloto automático

Algunas veces, en mis paseos lúdico-estéticos, me cruzo con conocidos. Y en no pocas ocasiones me sorprendo dándoles un simple saludo sin detener mis pasos (normalmente cuando no se trata de alguien "importante para mí"), dejando a la otra persona clavada en el lugar, sorprendida por mi ligereza. Obviamente, se hubieran parado a charlar un poco, pero yo no les he dado la oportunidad, se les nota en el rostro. Y yo quedo como un maleducado. Sin perjuicio de esta opción, lo que ocurre es que en estas ocasiones voy con el piloto automático puesto, mis piernas van solas, y el cerebro está en otra cosa, con lo que no se da la orden de parar. Y como vaya con los cascos puestos, entonces sí que es difícil que mi cuerpo haga otra cosa que caminar (incluso me molesta tener que parar en los semáforos, por lo que tiendo a irme por zonas peatonales). 

Si alguien que me lea y me conozca se reconoce en estas situaciones, le pido disculpas. Nunca ha sido mi intención hacerle un feo a nadie (bueno, hay gente, poca, a la que sí me apetece hacérselo, pero mis feos son algo más que un simple saludar pasando de largo...). Pero es que como me ponga en piloto automático, no respondo.

viernes, 26 de marzo de 2010

El día que le dí la mano a Matas

Uno de los protagonistas de esta semana es sin duda el ex presidente balear Jaume Matas, que ha tenido que ir a declarar a los juzgados para declarar por el caso Palma Arena. El hombre ha copado conversaciones y minutos en los telediarios, y yo voy a dedicarle también un modesto hueco en mi espacio internetero, en el cual voy a relatar una vieja anécdota que yo mismo protagonicé.

Hace unos años, cuando aún era presidente de las Baleares (él, no yo, Dios me libre), se abrió una nueva unidad en el hospital donde trabajo. No era una unidad al otro lado de mi puesto, sino que era el sitio en el que trabajaba y sigo trabajando. Al cabo de unos meses de estar en marcha, vinieron llos políticos a hacerse la foto y a hacer como que la inauguraban. Para la ocasión, dado el carácter de esta unidad (en cierto modo pionera en España), el Presidente tuvo a bien acercarse y hacerse la foto. Hasta aquí ningún problema, es más o menos lo habitual. Lo anecdótico viene cuando me dicen que el día que va a venir me toca estar a mi trabajando allí, y dado que en dicho lugar sólo hay un enfermero, pues me lo iba a comer de pleno. "Mierda", pensé. No me gusta el paripé político, y tampoco que vengan a perturbar la tranquilidad de los pobres niños enfermos, y menos que los que vengan sean la plana mayor regional. Porque claro, viniendo el "Molt Honorable President", con él iba a venir toda una comitiva de cargos, secretarios fotógrafos y lameculos varios que me iban a hacer incómodo el trabajo durante un rato. Así fue.

Llegó el día de la visita, y yo acababa de hacer algo cuando, mientras me lavaba las manos, vi por el ventanal que da al pasillo a la masa de gente que se disponía a entrar. Matas a la cabeza. Yo apresuré mi lavado de manos, pero me pillaron al principio, y no pude terminar antes de que entraran. Y como la educación es lo más importante, Matas se me colocó detrás con la mano tendida. Y yo ahí lavándome las manos. Como no quise hacerle esperar (suponía que tenía cosas más importantes que hacer que estar ahí de pie esperando a que un empleado le diera la mano), pues aceleré aún más el lavado, ya en la fase de enjuagado. Y entonces me vino la inspiración. "Ara voràs". Sin secarme las manos, me giré y le di un fuerte apretón de manos, pidiéndole perdón por dársela mojada para no hacerle perder tiempo. Él con una sonrisa, dijo que no pasaba nada, que lo entendía. Espero que lo dijera sinceramente, porque yo sí que lo dije de corazón. Tras el saludo, le di la espalda de nuevo y me enjuagué un poco más las manos, por si acaso...

Fue una de esas cosas no premeditadas y espontáneas, pero que me quedó perfecta. Y ahora que tengo en mente algunas travesuras para las visitas ilustres, no viene nadie (bueno, vino la princesa, pero ese día tuve libre).

jueves, 25 de marzo de 2010

Nostalgia marina


Ya he comentado en otras ocasiones que no soy nada marinero, que vivo muy de espaldas al mar y que me ocupa muy poco tiempo. Sin embargo, por el hecho de vivir en una isla, estoy acostumbrado a él, es una presencia constante en casi todo. De esas presencias que sólo se sienten cuando no están.

Cuando, en algún viaje a regiones interiores, al desplazarme por carretera y subir alguna loma, siempre he echado de menos ver el mar desde arriba. Como suele ser habitual por aquí, siempre está, más lejos o más cerca, la lámina de agua reflejando el sol. Es algo que se da por supuesto. Por eso, uno se siente extraño cuando tras una cuesta, no se adivina la presencia marina (ni aunque sea por esa luminosidad que anuncia su cercanía). Es desconcertante. Y es cuando te das cuenta de que sin él no puedes vivir, de que aunque no le prestes atención, siempre está allí, en el horizonte de tus recuerdos, de tu vida.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Envenenar la bondad


Allí donde sólo hay bondad abunda la carroña y la podredumbre, alimento de los buitres. Es preciso un punto de maldad, envenenar la bondad, para que goce de salud y al final triunfe.

domingo, 21 de marzo de 2010

Epidemias de salud


Hay ocasiones en las que cae en picado la ocupación hospitalaria. Nos referimos a ellas como "epidemias de salud". Si sólo fuera cosa de un servicio, el asunto no tendría importancia, puesto que sería una circunstancia afortunada y aleatoria. Pero resulta que en muchas ocasiones pasa en más de una planta y en más de un hospital (hablando con otros sanitarios del poco trabajo que a veces tenemos, da la casualidad de que pasa en otras muchas partes). Es curioso.

En mi puesto de trabajo estamos viviendo una de estas epidemias de salud. Bastante prolongada. Y no deja de llamar la atención que ocurra precisamente en este invierno, en el que hemos estado todos alerta a cuenta de la dichosa gripe A (que al final ha resultado un ful de Estambul, y lo sé porque yo mismo la "padecí" en diciembre)

sábado, 20 de marzo de 2010

Palabras y cosas

Dice Leonard Cohen en una de sus canciones que hay una grieta en todo, y que por ahí se cuela la luz. Esclarecedor verso. Ciertamente, hay en las cosas apertura, en su hacerse presentes se pone de manifiesto cierta interfase, un espacio que posibilita su presencia, pero que al mismo tiempo mantiene oculto por la misma dinámica del presentarse. El lenguaje, las palabras y las construcciones gramaticales, de las que nos venimos sirviendo desde hace milenios, han estrechado el cerco en torno a las cosas, convirtiéndolas en algo más simple y unívoco. Gracias a ello, están más a la mano, y el mundo se ha convertido en un espacio de dominio. Dominio al precio de cegarnos a la luz, de limar aristas y de uniformizar la plétora que nos rodea y de la que nosotros mismos somos parte.

Dicho de otro modo: las palabras son jaulas en las cuales encerramos el peligro (pero también coartan su naturaleza). Sólo así podemos acercarnos a ellas. O eso, o nos convertimos en más audaces y peligrosos que ellas.

viernes, 19 de marzo de 2010

Vivir el futuro


Sintomático: cuando más futuro tenemos, en el momento en que más vida nos espera, con mayor fuerza resuena el "vivir el presente".

jueves, 18 de marzo de 2010

En la senda del progreso


Progresamos, sí. Pero, ¿hacia dónde?. Y en la medida en que todo movimiento hacia algo es alejamiento de otro algo, ¿de qué nos alejamos?.

lunes, 15 de marzo de 2010

¿Humor? ¿Mallorquín?

Un mallorquínn después de que otro mallorquín le haya contado un chiste

El otro día me presentaron a una chica, que lo primero que me soltó fue un :

"¿Un mallorquín con sentido del humor? No puede ser".

Si pretendía hacer una gracia y caer bien, no pudo hacerlo peor. Mi respuesta fue cortante y brusca:

"Oye, que los mallorquines tenemos sentido del humor, lo que pasa es que es distinto al vuestro, y si tú no alcanzas a entenderlo es problema tuyo, no intentes trasladar tus carencias a los demás".

Esto me llevó a concretar algo sobre lo que he estado tiempo pensando. Ciertamente, todos reímos, y por lo general nos reímos de lo mismo. Lo que cambia de un lugar a otro es el estilo, los resortes que se usan y la forma de usarlos. Así, el humor mallorquín (si es que podemos hablar de un sentido del humor característico de cada lugar, algo sobre lo que se puede discutir) tiende a ser irónico y con un punto de mala baba (tanto, que para el ajeno puede parecer desagradable y malcarado). Ello aderezado con una flema que nada tiene que envidiarle a la británica. En resumen, una imagen típica es la de alguien que te puede soltar la burrada más grande sin inmutarse, como si estuviera dando las noticias (sin los aspavientos, cambios de tono e incluso de voz tan tópicos en otras regiones).

Eso en lo respectivo a las formas. De los contenidos, además de la fina ironía con mucha retranca, está la grosería, el chiste grueso, que acude a la escatología y a la sexualidad como fuentes de la risa. Algo de lo que saben mucho los glosadors (señores que se baten en duelos de rimas, y versos, sí, como los raperos de ahora, pero en ancestral tradición).

En fin, que algo de humor regional hay, aunque no es tan decisivo como para que alguien venido de otro lugar no pueda captarlo, por más "serio" que se presente. Y si hay algún tópico que diga que los mallorquines somos serios y sosos (nosotros mismos nos encargamos de propagarlo, a menudo como una ironía más), está bien para cuando no se nos conoce, pero teniéndonos delante, es lamentable que se sigan manteniendo.

PD: para contrarrestar el testimonio de la chica graciosa del principio (así cualquiera se gana el corazón de la gente), y para que se vea que hay de todo en la viña del señor, añadiré lo que dice otro paisano suyo: "dicen que los mallorquines son sosos y tal, pero yo aún no he conocido a ninguno que no sea divertido". Y la cosa no es ni tanto, ni tan calva.

domingo, 14 de marzo de 2010

Árbitros de rugby vs árbitros de fútbol


Cuando uno se acerca al mundo del rugby, llama la atención la actitud del árbitro y la de los jugadores hacia él. Más que una especie de juez espectador del juego y que señala infracciones, tiene una parte activa en el desarrollo del partido. Es un director de juego. Continuamente da indicaciones a los equipos para que el juego se desarrolle de forma limpia y clara, y no tiene ningún reparo en explicar sus decisiones. Es más, es habitual que se dirija a los jugadores para decirles el porqué ha pitado algo. Además, lleva un micrófono, con lo que todo el mundo puede escuchar lo que dice y, llegado el caso, eschárselo en cara.

Los jugadores le hacen caso y no suelen discutir ninguna de las decisiones arbitrales (que suelen ir bien argumentadas). Resulta chocante ver la actitud gentil y caballeresca (y casi servil) con la que se desenvuelven esos tipos enormes con pinta de salvajes en su trato con el árbitro. Pero es que el árbitro se gana su respeto. Si ha de decir algo al equipo, lo dice al capitán. El otro día vi como un árbitro apartaba y hacía callar a un inglés para decirle que sólo hablaba con el capitán.

Esto llama la atención si se viene del mundo futbolístico (no es que sea un aficionado al balompié, pero es imposible no estar al tanto), en el cual el árbitro es un auténtico chivo expiatorio blanco de todas las iras (al igual que el gobierno, tiene la culpa de todo) de los aficionados. Y si sólo fuera de ellos todavía iría bien, porque es común ver a jugadores y entrenadores enfrentándosele de manera poco amistosa. Todas sus decisiones son discutidas y no hay jornada en la que no haya algún árbitro que sea protagonista por alguna cosa (eso cuando no hay sospechas de que todos están comprados).

Y lo que ya es el remate y te deja con cara de tonto es ver cómo recurren a la televisión si no tienen clara alguna cosa. plantear eso en el fútbol, me temo, conduciría a bizantinas y agrias disputas, típicas de un deporte decadente y sin clase como es el balompié, que necesita de estas cuestiones colaterales para tener algo de vidilla.

viernes, 12 de marzo de 2010

Cuando nieva en Mallorca


Que en Mallorca nieve no es algo del todo extraño. Todos los inviernos se dejan caer por aquí algunos copos, y siempre hay algún día en que las cumbres más altas de la Serra de Tramuntana se ven blanqueadas. Lo que no es tan habitual es que nieve en el Pla y a nivel del mar. Y este glorioso invierno que algunos deseamos que nunca termine ya van dos nevadas grandes, lo cual es algo para los anales.

Y claro, como no estamos acostumbrados, lejos de acoquinarnos, el personal se lanza a las carreteras para ir allí donde más nieve hay. Se forman atascos y se han de cerrar carreteras para controlar los accesos. Pero todo en un ambiente festivo. Porque los días de nieve en Mallorca son para la fiesta. No se habla de otra cosa y todo el mundo está como excitado por la novedad. Las clases y los trabajos se paran porque todo el mundo quiere ver la nevada. Y a nadie le importan las molestias.

Anteayer fue uno de estos días, y con una intensidad que hacía años que no se veía (aunque no llegó a lo del 2005, ni muchísimo menos a lo 1955, cuando en algunas partes se acumularon dos metros de nieve). La isla se convirtió en una postal navideña, como atestiguan las miles de fotos que se hicieron, y de las que sólo puedo poner aquí alguna muestra, para que se hagan una idea.

Hoy ya no queda nada de la nevada (en la montaña sí, pero ya no en el llano y cerca del mar), sólo el recuerdo de un día distinto a nuestra rutina.

jueves, 11 de marzo de 2010

¿En qué consiste la Felicidad?

Quienes me conocen saben que la felicidad no es uno de mis temas. Pero hoy haré una excepción, porque he encontrado una definición perfecta, o al menos lo que para mí es el ideal de la felicidad. Y no la he hallado en ningún sesudo tratado, ni en profundas conferencias de pago. No. En un videoclip.

La felicidad para mí es eso: una cala mediterránea (lo siento por los que no lo tienen cerca, pero sólo a orillas del Mediterráneo se puede ser feliz), vino, sangría, buena compañía, paella, música y baile. Y el paraíso: que eso durara eternamente.

Ahí queda eso. Vean el vídeo y luego me cuentan:

miércoles, 10 de marzo de 2010

Turismo de congresos


Servidor ha participado en varios congresos, como simple asistente o presentando alguna comunicación. Resulta que para que la Universidad deje hacer una tesis dooctoral, hay que demostrar que se puede investigar con cierta solvencia y que por tanto se puede hacer algo de relativo interés. Por ello exigen que se haya publicado alguna cosa, bien mediante artículos en revistas o bien mediante comunicaciones en congresos (algunas de las cuales se publican en texto). En resumen, se trata de una cuestión de currículum. Y claro, ya que en cierto modo estoy obligado, pues hagámoslo de la forma más llevadera posible. Primero, busquémonos algún congreso con un tema de interés para la tesis que se piensa desarrollar o que nos interese especialmente. Luego, que sea en algún lugar interesante o que nos apetezca visitar. Finalmente, hay que buscar buena compañía, animar a colegas para que presenten algo y así poder ir juntos.

Una vez confirmada la aceptación por parte de la organización del congreso, podemos ponernos en marcha: buscar alojamiento (barato y sencillo) y billete para volar. Y hacerse con planos y lugares de interés. Porque, desengañémonos, a lo que se va es a visitar la ciudad. El congreso es a menudo algo secundario. Esta clase de congresos suelen durar unos pocos días (3-4), y son auténticas maratones de ponencias, comunicaciones y conferencias. A veces duran más de doce horas, lo que los hace insufribles. Si uno se siente responsable, se mira el programa y se señala los actos de mayor interés para intentar asistir (por supuesto, en ellos esta la propia presentación y las de los colegas, cosa del compromiso). Y luego, a organizar el congreso paralelo, las visitas que se quieren hacer y los monumentos a contemplar.

Sea como fuere, la apertura del congreso es ineludible, más por ver la fauna que se moverá el congreso que por otra cosa. Allí van casi todos los asistentes, para recoger materiales y hacer acto de presencia, y es el mejor momento para evaluar si vale la pena tragarse más o menos parte del congreso (siendo sincero, si hay suficientes féminas interesantes como para intentar hacer algo en los días que dure el congreso). Si la organización es avispada, intenta organizar algunas actividades paralelas (visitas, cenas, actos culturales...) para distender un poco la espesura y evitar que los asistentes se escaqueen para hacer esas mismas visitas, pero es algo que, a los congresos a los que he ido, no se hace mucho (la filosofía es lo que tiene, me consta que los médicos se lo montan mucho mejor), aunque recuerdo una sesión de danza del vientre en Madrid más que interesante.

Algunos congresos a los que he asistido han tenido lugar en mi ciudad. Son los más cómodos, uno hace su vida normal y va a lo que le interesa, sin obviar la posibilidad de enganchar a algunas asistentas para hacerles de anfitrión y enseñarles algunos rincones de la ciudad (sí, qué pasa, los congresos son sitios interesantes para ligar).

Mi trayectoria congresual ha sido de creciente desprendimiento. Al primero asistí casi íntegramente, y en los siguientes fui yendo menos y menos y disfrutando de las ciudades que visitaba. La cima la alcancé en el último al que fui (hace casi dos años), en Granada, al cual sólo fui a dos o tres comunicaciones de compromiso y a la mía propia. Aunquer bueno, debo reconocer que en mi comunicación estuve bastante ausente (la presenté sumido en una de las peores resacas de mi vida, con un dolor de cabeza que no me dejaba levantar la vista de la mesa, y que me impidió responder a alguna de las preguntas que se me hicieron). Tras esta experiencia, decidí no volver a más congresos, al menos de momento.


martes, 9 de marzo de 2010

El profundo (y duro) rostro de Deepak Chopra


¡Albricias! El señor Deepak Chopra va a dar una conferencia en Palma. Uno de los gurús de la espiritualidad New Age va a dignarse a pisar esta isla dejada de la mano de Dios y a iluminarnos con su profunda sabiduría. Nos va a elevar a la séptima dimensión energética y a la más pura desmaterialización.

El señor Chopra es autor de libros de sugerentes títulos como Las 7 Leyes Espirituales Del Exito, Un Camino A La Sabiduria, Kama Sutra: incluye las 7 leyes espirituales del amor, Curacion Cuantica, Jamás Moriremos o Las 7 Leyes espirituales del Exito para Padres. Vamos, que el que no esté iluminado ya, es porque no quiere (y, dicho sea de paso, está dominado por el perverso materialismo que nuestra sociedad consumista nos impone).

Transido de felicidad al enterarme de tan ilustre visita, decidí informarme. Fecha: a finales de mayo (aún queda, no sé si podré aguantar la espera). Lugar: Auditorium. Aquí empieza el mosqueo. ¿El Auditorium? Para entrar a ese sitio hay que pagar. Mal rollo. Me informo más, y resulta que el evento cuesta 45€. Y aquí se me quitan las ganas de verlo. Se ve que aún no soy lo suficientemente espiritual como para abrir el chakra de mi cartera.

Puedo entender que haya que el señor Chopra venga invitado, y haya que sufragar el viaje y el alojamiento. Pero en el Auditorium caben mil y pico personas, lo cual multiplicado por 45 sale a casi 80000 euros. Y una de dos, o él tiene un caché muy alto, o se aloja en el mejor hotel, o es la organización (y a estas alturas paso de averiguar de quién se trata) la que quiere embolsarse una buena pasta. En cualquier caso, todo muy espiritual, muy "cuántico" ("¿cuánto me voy a embolsar?").

Sólo puedo desear a los que asistan a la conferencia que la disfruten y les sirva de provecho.