El otro día me presentaron a una chica, que lo primero que me soltó fue un :
"¿Un mallorquín con sentido del humor? No puede ser".
Si pretendía hacer una gracia y caer bien, no pudo hacerlo peor. Mi respuesta fue cortante y brusca:
"Oye, que los mallorquines tenemos sentido del humor, lo que pasa es que es distinto al vuestro, y si tú no alcanzas a entenderlo es problema tuyo, no intentes trasladar tus carencias a los demás".
Esto me llevó a concretar algo sobre lo que he estado tiempo pensando. Ciertamente, todos reímos, y por lo general nos reímos de lo mismo. Lo que cambia de un lugar a otro es el estilo, los resortes que se usan y la forma de usarlos. Así, el humor mallorquín (si es que podemos hablar de un sentido del humor característico de cada lugar, algo sobre lo que se puede discutir) tiende a ser irónico y con un punto de mala baba (tanto, que para el ajeno puede parecer desagradable y malcarado). Ello aderezado con una flema que nada tiene que envidiarle a la británica. En resumen, una imagen típica es la de alguien que te puede soltar la burrada más grande sin inmutarse, como si estuviera dando las noticias (sin los aspavientos, cambios de tono e incluso de voz tan tópicos en otras regiones).
Eso en lo respectivo a las formas. De los contenidos, además de la fina ironía con mucha retranca, está la grosería, el chiste grueso, que acude a la escatología y a la sexualidad como fuentes de la risa. Algo de lo que saben mucho los glosadors (señores que se baten en duelos de rimas, y versos, sí, como los raperos de ahora, pero en ancestral tradición).
En fin, que algo de humor regional hay, aunque no es tan decisivo como para que alguien venido de otro lugar no pueda captarlo, por más "serio" que se presente. Y si hay algún tópico que diga que los mallorquines somos serios y sosos (nosotros mismos nos encargamos de propagarlo, a menudo como una ironía más), está bien para cuando no se nos conoce, pero teniéndonos delante, es lamentable que se sigan manteniendo.
PD: para contrarrestar el testimonio de la chica graciosa del principio (así cualquiera se gana el corazón de la gente), y para que se vea que hay de todo en la viña del señor, añadiré lo que dice otro paisano suyo: "dicen que los mallorquines son sosos y tal, pero yo aún no he conocido a ninguno que no sea divertido". Y la cosa no es ni tanto, ni tan calva.
"¿Un mallorquín con sentido del humor? No puede ser".
Si pretendía hacer una gracia y caer bien, no pudo hacerlo peor. Mi respuesta fue cortante y brusca:
"Oye, que los mallorquines tenemos sentido del humor, lo que pasa es que es distinto al vuestro, y si tú no alcanzas a entenderlo es problema tuyo, no intentes trasladar tus carencias a los demás".
Esto me llevó a concretar algo sobre lo que he estado tiempo pensando. Ciertamente, todos reímos, y por lo general nos reímos de lo mismo. Lo que cambia de un lugar a otro es el estilo, los resortes que se usan y la forma de usarlos. Así, el humor mallorquín (si es que podemos hablar de un sentido del humor característico de cada lugar, algo sobre lo que se puede discutir) tiende a ser irónico y con un punto de mala baba (tanto, que para el ajeno puede parecer desagradable y malcarado). Ello aderezado con una flema que nada tiene que envidiarle a la británica. En resumen, una imagen típica es la de alguien que te puede soltar la burrada más grande sin inmutarse, como si estuviera dando las noticias (sin los aspavientos, cambios de tono e incluso de voz tan tópicos en otras regiones).
Eso en lo respectivo a las formas. De los contenidos, además de la fina ironía con mucha retranca, está la grosería, el chiste grueso, que acude a la escatología y a la sexualidad como fuentes de la risa. Algo de lo que saben mucho los glosadors (señores que se baten en duelos de rimas, y versos, sí, como los raperos de ahora, pero en ancestral tradición).
En fin, que algo de humor regional hay, aunque no es tan decisivo como para que alguien venido de otro lugar no pueda captarlo, por más "serio" que se presente. Y si hay algún tópico que diga que los mallorquines somos serios y sosos (nosotros mismos nos encargamos de propagarlo, a menudo como una ironía más), está bien para cuando no se nos conoce, pero teniéndonos delante, es lamentable que se sigan manteniendo.
PD: para contrarrestar el testimonio de la chica graciosa del principio (así cualquiera se gana el corazón de la gente), y para que se vea que hay de todo en la viña del señor, añadiré lo que dice otro paisano suyo: "dicen que los mallorquines son sosos y tal, pero yo aún no he conocido a ninguno que no sea divertido". Y la cosa no es ni tanto, ni tan calva.
2 comentarios:
Por puntualizar algo más su entrada amigo Pez, permítame decir que la imagen de sosos que tienen los mallorquines se debe en parte al carácter más bien cerrado de los isleños (y fíjese que aquí generalizo). Y es que es cierto que los de las islas pueden parecer muy serios a los que vienen de fuera, incluso a la hora de contar chistes.
Por otra parte es bien sabido que no todo el mundo comprende la ironía. No creo que haga falta que comente las consecuencias que ésto puede tener.
Ah! Para finalizar permítame añadir que en Mallorca, como en todos lados, hay de todo.
Saludos!
Ale! corroboro las palabras de musa.
Sin más.
Feliz semana compañero!
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