martes, 29 de mayo de 2018

El primer día

Se oye mucho eso de "vivir como si fuera el último día", y no acabo de entenderlo. El último día es el de las despedidas, de cerrar círculos y mirar atrás. Me parece más apropiado vivir como si fuera el primer día. Que todo tenga la intensidad del descubrimiento, el asombro y la sorpresa de las primeras veces. La experimentación, los caminos aún no transitados, el tenerlo todo por delante. Las posibilidades. 

El hoy sólo toma fuerza con referencia a aun mañana. 

jueves, 24 de mayo de 2018

Algo que aportar

"Yo quiero gente que me aporte". De un tiempo a esta parte oigo mucho esta frase en distintos ámbitos. Obviamente, nadie quiere relacionarse con gente turbia y problemática, igual que nadie quiere tener un accidente con el coche. Pero shit happens y resulta que hay gente que no tiene nada bueno que aportar. Lo que me parece llamativo es que se lleve esta voluntad a modo de carta de presentación, como si se valorara al personal en función de lo que nos va a traer de positivo. ¿De verdad esta gente se acerca a los demás así, calculando de entrada? ¿Qué clase de apertura es esa? Tal vez no lo entienda bien, pero en ese mensaje uno lee narcisismo: tú has de entrar aportándoles. ¿Y ellos (ellas, porque es una frase que he oído principalmente a mujeres), qué tienen que aportar?. Parece que el mundo gira alrededor de su ombligo. 

De todo el mundo se puede sacar algo positivo. Incluso de los peores. Es cuestión de currárselo un poco (o mucho, según el caso). Y parece que esta gente no tienen esta voluntad. Que cada cual sea como quiera y que los demás extraigan de ellos lo que quieran y se dejen. Y, claro está, aprender a manejarse con lo tóxico, tomar prevenciones y que no nos haga daño (o nos haga el mínimo, porque del daño también podemos sacar algo positivo). 

martes, 22 de mayo de 2018

Libertad de expresión

Del mismo modo que se que "nobleza obliga", la libertad de expresión también obliga. Hay que estar a su altura y aunque todo se pueda decir, no se puede decir cualquier cosa. Es preciso cuidar el lenguaje, el razonamiento, refinar los argumentos, dejar pochar las ideas, que fermenten y den frutos. No se trata de soltar lo primero que se nos pase por la cabeza, sin filtros. Tampoco de autocensura. Ni mucho menos contentar a poderes que intentan hacernos decir lo que ellos quieren que se diga. Más bien es cuestión de saber hacer de ella un arma útil y no convertirnos en simples monos con metralletas. 

lunes, 21 de mayo de 2018

Una tapia y una silla

Todo cementerio tiene su tapia. Y en muchas de ellas hubo fusilamientos. El de Palma no es menos. Recuerdo cuando de niño, en la obligada visita familiar por Todos los Santos, cada año, unas veces mi abuelo, otras mis tíos, otras mis padres, pasábamos por delante de la tapia y me decían que ahí se fusiló a mucha gente. Había una discreta placa que lo recordaba. Ahora hay un memorial en el que han puesto la lista de todos los asesinados en Mallorca junto a la fecha en que fueron ejecutados, incluso aquellos de los que se desconoce su identidad. La lista es enorme e impresiona, porque se da cuenta uno de la magnitud de la tragedia. Si esto fue en la periferia del país (una isla que entonces no era lo que es ahora en cuanto a población e influencia), imaginar lo que tuvo que ocurrir en las grandes capitales y zonas industriales, o cerca de los frentes, donde la lucha tuvo que ser mucho más encarnizada da escalofríos. Al fin y al cabo, en Mallorca hubo algún bombardeo y el desembarco de Bayo en Porto Cristo, que duró unos días, por lo que el impacto de la guerra en sí fue mucho menor que en otras partes. 

Más allá de los puros datos, la tapia del camposanto de Palma tiene una peculiaridad. Frente a ella hay una silla. Quien desconozca la historia no le dará mayor importancia, y a lo mejor creerá que es algo que no debe estar ahí. Pero tiene mucho sentido. Está puesta en memoria del fusilado más ilustre: Emili Darder, alcalde de la ciudad al estallar la guerra. Cuando lo mataron estaba enfermo, casi agonizante. Tanto, que no se tenía en pie y lo tuvieron que sentar. Lo habían sacado del hospital donde lo habían tenido que llevar desde la prisión. No pudieron esperar a que muriera solo, algo que era cuestión de días, si no de horas. Imaginar la escena es terrorífico: la hilera de ajusticiados (junto a él mataron a otros 3), el pelotón, y él ahí sentado, semiinconsciente. 

Esa silla dice mucho más que las placas y los memoriales.  

viernes, 18 de mayo de 2018

Más cerca

Siempre he vivido con miedo a morir. No a la muerte en abstracto suspendida en un futuro indefinido. Lo que me ha aterrado es morir repentinamente, casi sin darme cuenta. Una enfermedad me parece aceptable: te puedes ir preparando y mentalizando. Vivir la muerte, si no es en el fondo lo que es la vida. He pensado y leído mucho sobre ella. Incluso he escrito. Es uno de mis temas, en un intento de racionalizarla y familiarizarme con ella, si no de exorcizarla y mantenerla alejada. 

Sea como fuere, el miedo se ha atenuado. No va a desaparecer, pero no molesta. Es como si, al irme acercando al momento de abandonar la vida, llegue cuándo y cómo llegue, me importara menos. Empiezo a entender a esos ancianos que ven llegar la muerte sin inmutarse, deseándola incluso. Tal vez es una estrategia evolutiva. 

jueves, 17 de mayo de 2018

Dureza y frío

Fuiste un chaparrón. Granizaste sobre mí. Devastaste. Y te marchaste como viniste: sin avisar. Volví a la intemperie. Pero ahora estaba calado y sentía más el frío. Una capa de escarcha me recubrió. Desde entonces, quien se acerca percibe dureza y frío, sin saber ni querer apreciar la belleza que el hielo puede albergar. 

Sólo puedo esperar a que algún día llegue un rayo de sol, o un viento cálido y seco que me derrita. Volver a sentir la tibieza que anule el temblor. Aún hay calor en el núcleo, pero no puede con el muro de hielo que dejaste. Creí que podía con todo, ahora temo acabar convertido en estatua de quebradizo hielo y desmoronarme ante la más mínima caricia. 

domingo, 13 de mayo de 2018

Jack White. Over and over

Otro por quien aquí sentimos devoción es Jack White, la última gran esperanza del rock en una época en la que anda más muerto que nunca (o al menos ya no es tan influyente ni presente como en otras épocas). Pues bien, White ha sacado un disco extraño y genial, sorprendente y que no ha dejado indiferente al personal (hay quien dice que es una estafa y quien opina que es una obra maestra como hacía años que no se hacían). Sin caer en extremismos, es un disco más que interesante, difícil de escuchar, arriesgado. Porque Jack White tiene la virtud de innovar sin moverse de su sitio, es decir, hacer siempre lo mismo pareciendo original. Y así nos ha brindado este auténtico pelotazo que es Over and over: intenso y arrollador, con un riff machacón a la altura de aquel Seven nation army de 2001, que se puede considerar el primer gran himno del siglo XXI, que ya ha trascendido a su autor. 


sábado, 12 de mayo de 2018

Ecos de un sueño

Anoche te soñé. Por casualidad, me encontré contigo. Estabas feliz, radiante, preciosa. Te alegrabas de verme. No me reprochabas nada. Sé que fue un sueño, que el mundo real no es así. Pero me reconfortó. El eco de esa sensación se ha prolongado todo el día y se ha mezclado con el reagudizado dolor que se arrastra y marca las ojeras. A pesar de todo, ha sido agradable. 

Llega la hora de volver a la cama. De hacer una pequeña razzia en el imperio de Morfeo en busca de algún pequeño botín que llevar a la vigilia. Tal vez volvamos a vernos. Pero tal vez esta vez no sea tan agradable. 


viernes, 11 de mayo de 2018

Fetichismo

Tengo un bolígrafo que he usado en importantes ocasiones y para ellas lo reservo: exámenes (la oposición, la especialidad...) o firmas de documentos importantes (hipoteca...). Ahora lo he usado con la documentación para el depósito de mi tesis doctoral, de la que creo que llevo desde el principio del blog hablando, y que por fin me dispongo a depositar y defender. No es un bolígrafo especial (no es de marca, es uno baratero de publicidad) y no soy supersticioso: no creo que me dé suerte, sólo soy un sentimental.  

jueves, 3 de mayo de 2018

Maestros de la sospecha

Está muy bien sospechar de todo. Poner en solfa toda creencia y todo aquello que se cree firme y seguro. No hay que dar nada por supuesto. Pero toda sospecha que no empiece por uno mismo no va a ningún sitio y es un puro brindis al sol. 

No vale socavar cimientos para afirmar el propio. Lo primero que hay que derribar es el edificio propio. ¿Y quién está dispuesto a ello?