miércoles, 24 de abril de 2013

El caso del suicida que casi se mató

En el mundo sanitario abundan las anécdotas. Por un lado se trata de un mundo que todo el mundo conoce y de una u otra manera toca (¿quién no ha ido al médico, o ha estado en un hospital?), pero un mundo complejo y repleto de palabras difíciles a las que la gente que no está familiarizada con ellas puede acabar dando cualquier forma (como aquella vez que una señora anciana me habló de "las verticales" para referirse a las vértebras cervicales). Por otro, están las extrañas vicisitudes a las que la gente se ve sometida, y que llega al mundo sanitario bajo la forma de extraños casos (el más comentado de todos, por bizarro y morboso es el de "objetos extraños en cavidades corporales"...). 

Pero déjenme que les cuente una anécdota que me narró una compañera el otro día, en la que un suicida fracasado, que se había tirado desde un primer piso (primer error) y se rompió unos cuantos huesos, fue trasladado a urgencias, donde llegó lamentándose, dolorido, repitiendo entre sollozos: "ay Dios mío, que me quería suicidar y casi me he matao".

martes, 23 de abril de 2013

Insomne

Para alguien a quien dormir le encanta, el insomnio es traumático. dormir se convierte en una obsesión, y a medida que se acerca la hora de acostarse, a pesar de que estás hecho polvo y a veces tienes mal cuerpo, vas entrando en un estado de nerviosismo que supera al cansancio. Sin embargo, el dormir poco y mal hace que te des cuenta de que tus límites son mucho más amplios de lo que creías, que las fuerzas que atesoras son mayores a las que tenías contadas. Eso no está tan mal. Por supuesto, el día que el sueño te vence y te das un festín de dormir, lo disfrutas enormemente. Llegas a adaptarte a la fatiga, al dolorcillo de cabeza (y esa tenaza que te aprieta en los temporales), al escozor de ojos, al nerviosismo. Te resignas a que sólo la farmacología, a regañadientes y con muy mala conciencia, te regale el sueño, sabiendo que esta no es más que la nueva manifestación de ese monstruo que llevas dentro desde que tienes uso de razón, al que has llegado a creer vencido, que se revuelve otra vez y ahora le ha dado por no dejarte dormir. 

lunes, 22 de abril de 2013

Pasando por el no

La libertad vive en un no. La negación tiene una gravedad mayor que la alegre afirmación, y ésta, si ha de ser firme, ha de haber pasado por un no, ha de haber sido un no (y no en la simple medida en que decir sí a algo es negar otra cosa). Por eso, en el poner freno hay tal vez más libertad, o al menos un germen de ella, que no está en un seguir un impulso.

sábado, 20 de abril de 2013

Contra el miedo

Uno pretende racionalizar sus miedos, convencerse de que en gran medida son absurdos, de que no hay motivos de peso para temer lo que uno teme. Pero el miedo persiste, ajeno a todos los antídotos mentales que uno quiera buscarle. En su irracionalidad, juega en una liga distinta, de nada vale darle vueltas. Al final, lo que mejor funciona, es afrontarlo, caer en aquello que nos causa pavor o, en el caso de miedos más profundos y primigenios, convivir con él, hacerlo un compañero. 

miércoles, 10 de abril de 2013

Memento mori

Siguiendo con la muerte, resulta en buena medida paradójico que los antiguos, que la tenían más presente (las tasas de mortalidad eran mucho más altas, aunque al final todos morían, como haremos nosotros), tuvieran la necesidad de recordarse que su destino era la muerte gracias al lema memento mori (recuerda que morirás). En cambio nosotros, los modernos, que la tenemos desterrada en asépticos hospitales y tanatorios, en guerras y hambrunas lejanas, que necesitamos más que nunca tener presente el hecho de nuestro fin (y sea lo que sea que haya después), lo obviamos. Y uno tiene la intuición de que ese recuerdo de la muerte, de la desaparición, le da a la vida un sabor distinto. Un sabor, quizá, que sea el que andamos buscando de forma compulsiva con tanta búsqueda de emociones fuertes.

sábado, 6 de abril de 2013

A las fuentes: el divino marqués

A la gente (a las mujeres, mayoritariamente) le ha dado por leer novelitas eróticas donde se juega con el asunto de la sumisión  y el sado light. Servidor tenía curiosidad, por aquello del morbo, y como no hay mucho tiempo en esta vida que perder, preferí ir a las fuentes, a los clásicos. Me he hecho con los escritos del Marqués de Sade (en concreto Las 120 jornadas de Sodoma, Justine y La Filosofía en el tocador), y debo decir que lo  estoy gozando cosa mala. El catálogo de depravaciones, crímenes y asquerosidades varias es vastísimo (y bastísimo), y está repleto de variantes y posibilidades. Es delirante, bizarro, extremo y delictivo. 

Eso por el lado del morbo. Pero sabiendo que el divino marqués vivió y escribió en los años previos y posteriores a la revolución francesa, con su Ilustración y su culto a la Razón, y que fue admirador de Rousseau, uno sospecha que hay en esos textos un trasfondo que va más allá del puro morbo, aunque la profusión de fluidos que fluyen en las historias que nos cuenta (y son toda clase de fluidos que ustedes puedan imaginar, y puede que alguno más..) nos impida ver con claridad lo que esconden. 

Sea como fuere, pareciera que todo lo descubrimos ahora (me refiero a esas lectoras que se mojan leyendo el Corín Tellado del sado), cuando todo lleva muchísimo tiempo inventado, y en un grado que no serían capaces de soportar. Como tampoco soportarían lo que se puede leer entre las páginas del marqués toda la cohorte de tarugos de youtube que se dedican a despeñarse por escaleras, darse golpes o hacer piruetas imposibles que acaban con los dientes en el suelo. Son todos, ellas y ellos, unos subproductos de segunda, por muy auténticos que se crean.

martes, 2 de abril de 2013

Muriendo

Morir no es un punto concreto que se encuentra en lo último de la vida. Precedido, a lo sumo, de alguna enfermedad que nos precipita en él. 

Morir es un proceso que se mantiene durante toda la vida, hasta que se llega a un punto de no retorno. Ahora mismo, en el mismo instante de escribir esto, he muerto un poco.