La libertad vive en un no. La negación tiene una gravedad mayor que la alegre afirmación, y ésta, si ha de ser firme, ha de haber pasado por un no, ha de haber sido un no (y no en la simple medida en que decir sí a algo es negar otra cosa). Por eso, en el poner freno hay tal vez más libertad, o al menos un germen de ella, que no está en un seguir un impulso.
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