martes, 31 de julio de 2018

El arte molesto

El otro día leí a alguien que en tono elogioso se refería a un artista (no recuerdo quién) diciendo que "molestaba a quien tenía que molestar". Curioso. En primer lugar porque no me queda claro que un artista, ni nadie, tenga que dedicarse a molestar (contra la retórica de quienes piensan que el arte ha de escocer, y si no lo hace, no vale la pena). Y en segundo lugar porque puestos a molestar, seamos molestos de verdad e incordiemos a todo quisqui. De lo contrario no se es rompedor ni revolucionario, tan sólo un adulador de aquellos a quienes no se molesta, que se regodean en la picazón de los otros. Además, la molestia debería ser un efecto secundario del arte (haz lo que te apetezca, y a quien no le guste, que no mire), no su fin. 

En cualquier caso, aquí valoramos a aquellos personajes que en una guerra pudieran acabar fusilados por cualquiera de los bandos en combate. Para qué tomar partido si podemos aspirar a todo. 

lunes, 30 de julio de 2018

Llevar un diario

Aficionado como soy a los diarios (ahora he vuelto a Jünger), me pregunto qué es lo que hace buena una bitácora. Porque no se trata de una simple recopilación de hechos, como el tópico diario secreto de una adolescente (querido diario:...). No creo que se trate de ir relatando lo que a uno le pasa, aunque es evidente que hay acontecimientos que se deben reseñar, por su importancia o significado. De lo que se trata es de las vivencias: no el qué, sino el cómo, lo que las experiencias remueven en nosotros, lo que generan. Porque la vida no es sólo una simple sucesión de hechos externos y objetivos, sino también lo que todo eso provoca en nosotros: sentimientos, reflexiones, experiencia. Eso es lo que se refleja en un diario. Los hechos cotidianos han de ser anzuelos con los que pescar ideas y sensaciones, buenas piezas que luego se exhiben en el salón de trofeos del papel. Así, es posible llevar una vida anodina y monótona pero llevar un buen diario (aunque, qué duda cabe, cuantas más cosas se vivan, y más variadas, más anzuelos se habrán tendido). 

Llevar un diario supone tener un foco con el que escrutar la vida y el mundo, una lente de aumento  y un telescopio con los que observar más detalles de lo lejano y lo cercano. Se acerca uno a las cosas más a conciencia, con una atención distinta. 

domingo, 29 de julio de 2018

La mode. Aquella canción de Roxy

Es curioso cómo funciona la memoria: seleccionando, destacando, subrayando... y olvidando. Y no siempre lo traído al frente es lo más significativo, que queda relegado a un segundo (o tercer) plano. Viene esto a cuento de la tan traída y llevada movida de los 80 (mal llamada madrileña, porque era cosa de todo el país). Para empezar, aunque se ha tendido a extender a considerar su duración para toda la década, la realidad es que no pasó del 85 (lo de después ya fue simple estela y rebufo) y comenzó a finales de los 70. Pero lo llamativo es cómo lo que ha quedado no siempre es lo mejor y como hay grupos de aquel momento que a pesar de su gran calidad no han pasado el juicio del tiempo en detrimento de otros más simplones que son considerados los mayores representantes del movimiento. 

Un ejemplo muy claro de esto lo constituye La mode, de quienes casi nadie se acuerda ya, y que interpretan algunos de los temas más complejos y sofisticados de la época. Puede que ahí esté el motivo del olvido: no cuadran con la imagen frívola y facilona (por no decir tontorrona y mamarracha) que se ha querido propagar de la época: su propuesta tenía más pretensiones y matices. 

Sea como fuere, nadie los recuerda, y desde luego no se los verá en las antologías sobre la movida que se puedan hacer ahora que los ochenta están de moda. Por eso, amigos como somos de lo raro y de las causas perdidas, aprovechamos para reivindicarlos con este pepinazo (la intro me parece espectacular).


viernes, 20 de julio de 2018

El desgarro de lo humano

El ser humano es un ser escindido, distanciado. Nos convertimos en humanos en el instante en que abandonamos el suelo de la naturaleza y nos lanzamos a crear nuestro propio espacio particular. Ciertamente hay unos impulsos e instintos, pero los hemos modulado y dado distintas expresiones, dejando de lado la comodidad de seguirlos sin más. Ahí reside el conflicto y aparece la desazón. porque sí, los logros nos estimulan a seguir, pero también está la nostalgia. Dos fuerzas contrarias que nos desgarran. 

Puede surgir la tendencia a querer suturar el desgarro, pero es él quien nos humaniza, quien nos hace lo que somos. Todo intento de reunir es caer en lo inhumano. Sólo nos queda convivir con la grieta, hacerla hogar, habitarla, lo que viene siendo profundizar en lo humano. 

jueves, 12 de julio de 2018

Del Valle de los Caídos

Vamos a morder la carnaza, el cebo que nos han echado esta vez. Pero seamos originales, tirando de memoria. Hablemos de Franco y el Valle de los Caídos. 

Mis dos abuelos estuvieron en la guerra (nuestra guerra civil es "la guerra"), uno en cada bando. Aunque para quitar un poco de hierro al asunto a veces se diga que estar en un bando o en otro a veces era cuestión de azar, ellos fueron convencidos. El materno, republicano e hijo de un histórico del socialismo mallorquín, estuvo en el frente de Aragón y al acabar la contienda estuvo prisionero varios meses. El paterno, salmantino, luchó en la marina de Franco y fue testigo del hundimiento del crucero Baleares (tengo algunas fotos originales y tal vez inéditas del naufragio). 

Vayamos al Valle. Al poco de morir el dictador, mi abuelo republicano se apresuró a ir a visitarlo en su tumba. Decía que quería asegurarse de que estaba muerto y enterrado. Sobrevivirle fue su pequeña venganza. Hablaba de su visita al Valle de los caídos con orgullo, y recomendaba a la gente que fuera. El otro abuelo, el nacional, jamás estuvo. 

Hace unos años yo mismo lo visité. Me pareció sobrecogedor, oscuro. No tanto un monumento a mayor gloria de los vencedores y sus ideas (en un principio debía ser un monumento a las víctimas de un bando, pero con el tiempo se introdujeron caídos en ambos bandos), como un lamento por la guerra y la destrucción (un tanto hipócrita, es verdad, lamentar la destrucción tú contribuiste a sembrar, pero bueno). 

Sea como fuere, Franco nunca lo planteó como su tumba (parece que no tenía ningún plan al respecto, ni él ni su familia), así que da lo mismo dónde esté. Lo que ne no da lo mismo son los rasgamientos de vestiduras y la utilización de los tópicos por parte de gente a la que todo aquello le queda lejos. Y en nombre de otros que lo vivieron todo en primera persona, como si tuviéramos el deber de completar lo que creemos que no fueron capaces. Y eso que soy de los que piensa que las heridas aún no están cerradas y que el país aún tiene que vérselas cara a cara con aquello. Obviamente, ningún bando (si es que aún se puede hablar de bandos, que creo que un poco sí) está listo aún para hacerlo. 

miércoles, 11 de julio de 2018

Escéptico

Ante la gran mayoría de información, y dada la supuesta proliferación o moda de las fake news (en realidad no es nada nuevo, sólo que ahora el periodismo está en uno de sus momentos más bajos y cuela cualquier cosa), uno ya se pregunta ante cualquier noticia si no será falsa. Es un efecto nada desdeñable: llegamos a no creernos nada. Así, junto a los que se van a tragar lo que más cuadre con sus filias y sus fobias, estaremos los que no vamos a dar ninguna credibilidad a nada. Y tal vez eso sea lo que busque quien quiera que sea que maneja los hilos: tenernos confundidos y que no estemos al tanto de lo que pasa o no pasa, por activa y por pasiva. 

Por otro lado, puede que siempre haya sido así y estemos ahora descubriendo el Mediterráneo. 

lunes, 2 de julio de 2018

La conexión

Se reivindica lo global , lo holístico como algo mágico. "Todo está conectado" y esa clase de lemas. Pero no se pasa de ahí. Las conexiones no se establecen. Las disciplinas de conocimiento se dan la espalda entre ellas, y si se tienen  en cuenta, es para reforzar sus posiciones desde una caricatura de la otra. Es algo generalizado: al otro únicamente se lo considera como alimento de las propias filias y fobias. Pero cada uno en su trinchera, prietas las filas. Y quien se mueve, no sale en la foto.

Pero efectivamente, todo está conectado. No de forma místico/mágica, sino que los compartimentos no son estancos y hay intercambios. Las fronteras y límites son borrosos. Por eso conviene la apertura, el estar dispuesto a reconocer que las cosas tal vez no son como las creemos. Saber escuchar las melodías que suenan ahí fuera y tenerlas en cuenta: tal vez así podamos transformar la cacofonía en sinfonía, o cuando menos entresacar algún sonido armónico. 

domingo, 1 de julio de 2018

Apuntes sobre la formación

Hubo un tiempo en que se creía que la formación, la cultura, nos hacían mejores. No en vano el término tiene que ver con el cultivo: siembra, abono, riego, y esperar buenos frutos. Pero hay riesgos: malas hierbas, sequías, plagas, granizo, riadas... Hay que esmerarse en ello. 

En su día se promovió la educación universal y obligatoria como medio de elevar la sociedad, para formar ciudadanos libres y conscientes. Creo que podemos empezar a sospechar que no ha sido así. ¿O es que tal vez no nos están educando? 

La incultura no tiene porqué evitarse necesariamente con formación.