domingo, 31 de enero de 2010

El dictador que llevamos dentro


Desengañémonos. La mayoría de gente (por no decir todos), al condenar dictaduras, no está apelando a cosas como la justicia, la libertad u otras nobles ideas. Lo que en realidad opera, es la frustración y la rabia por no ser "los suyos" los que ejercen la opresión. Y secretamente, afilan sus cuchillos para cuando les llegue la oportunidad.

sábado, 30 de enero de 2010

En la hora de la muerte de Salinger

Murió Salinger. Anteayer. No glosaré su Guardián entre el centeno, obra que no he leído (ni esa ni ninguna otra). Sólo me apetece hablar del personaje, de ese auténtico misántropo que se encerró en su domicilio para apenas salir de él durante los últimos cuarenta y pico años, no como nosotros, antisociales de salón, que disfrutamos de salir al ágora para proclamar a los cuatro vientos lo mucho que odiamos al ser humano y al mundo. Hablar del escritor, importante según algunos, que ha publicado poco, pero que por lo visto ha escrito mucho sin aspirar a que todo lo escrito salga a la luz. Hablar de ese budista zen que se bebía su propia orina, esquivo, celoso de su intimidad hasta la enfermedad, del cual apenas hay fotos, en un tiempo en el que todo se fotografía.

De forma llamativa, la muerte de este huidizo ser que parecía querer cortar todas las amarras con el mundo fue conocida al poco de producirse, y como un rayo ha recorrido el orbe, en una especie de acto final de desagravio, como si, ahora que está muerto, ya pudiéramos sumarlo a la sociedad del espectáculo que con tanta maestría eludió. Sociedad del espectáculo que nos lleva a hablar de Mark Chapman (asesinó a John Lennon) y de John Hinckley (atentó contra Ronald Reagan para impresionar a Jodie Foster, emulando a Travis Bickle), que aseguran haberse inspirado en la famosa novela de Salinger. Y más, porque nueve de cada diez enfermos mentales estadounidenses citan El guardián entre el centeno como su novela favorita (¿cuántos de ellos la habrán leído?).

Y al final, la foto. Una de las pocas que se conservan, robada cuando Salinger salía del supermercado, provocando la ira del escritor (Agustín Fernández Mallo llama la atención sobre el hecho de que Blanchot, otro huidizo, también fue fotografiado a la salida del supermecado, algo sobre lo que hay mucha tela que cortar, aunque no lo parezca). Ira que se desprende de la imagen, de los ojos y del gesto amenazante, como si, aún muerto, nos quisiera sacudir un guantazo por estarla mirando:



¿Hacía falta leer algo suyo para glosar tremenda figura? (casi diría que, dada la tendencia al aislamiento que profesaba, valoraba más a los que no lo hemos leído que a los que sí lo hicieron).

viernes, 29 de enero de 2010

De Manuel Alejandro a Bunbury (y tiro aunque no me toque)

Hace unos días, hablando de música con un compañero de trabajo nos quedamos encallados buscando el nombre de un autor de canción ligera de los años 70, ese que hizo tantas y tantas canciones para todo el mundo y que son tan conocidas. Lo teníamos en la punta de la lengua, pero no nos salía el nombre. Y este compañero, que tiene una fijación con los nombres (se sabe los nombres completos de todos los pacientes que hemos tenido, y consulta todos los días el santoral), no descansó hasta que dio con el autor en cuestión. Fue sencillo, internet no falla, y pudimos salir de dudas: Manuel Alejandro.

Sí, Manuel Alejandro: Yo soy aquel, Como yo te amo, Soy rebelde, Voy a perder la cabeza por tu amor...

El caso es que un par de días después, va Bunbury y nos sorprende con una tremenda versión de una canción de Manuel Alejandro, una que compuso para Jeanette, titulada Frente a Frente. Con Bunbury mantengo una relación amor-odio muy curiosa (solo superada por la que tengo con Oasis): me gusta mucho su música, pero detesto al personaje. Ya sé que es extraño, pero si algo no me caracteriza es la coherencia. Y qué le vamos a hacer, me ha sorprendido esta versión que ha hecho, de esas que no difieren mucho de la original, pero que tienen el sello personal del que las interpreta. Y también porque tiene desgarro, eso que le falta al mainstream musical español, repleto de sentimientos prefabricados y facilones. En fin, que muy bien, que me quito el sombrero y aplaudo a Bunbury (aunque no voy a escuchar ninguna entrevista suya). Y por supuesto, pongo el video para que ustedes juzguen (video que me parece bastante mediocre y que no acabo de entender del todo, a pesar de que en general la gente lo está alabando mucho):


jueves, 28 de enero de 2010

La senda del cambio


Si por una de esas uno cambia de opiniones a lo largo del tiempo, siempre va a haber algún fariseo que se rasgue las vestiduras y pronuncie gruesas palabras: mentiroso, hipócrita... Todos podríamos nombrar unos cuantos casos, algunos de los cuales están en la vida pública. La cuestión es que, por inercia, tendemos a pensar que la postura verdadera era la primera, y que ahora, vaya usted a saber porqué, se está impostando. Y de ahí los aspavientos. Pero, ¿y si estaba siendo un hipócrita al principio y ahora es sincero? No dejaría de ser hipócrita, pero al menos habría que reconocerle el arrebato de sinceridad. Y más inquietante aún: ¿no puede estar mintiendo en las dos ocasiones?. Y más, y en muchos casos creo que es la opción más correcta: ¿si de verdad creemos lo que decimos en los dos momentos? ¿Es que no se puede ir cambiando a lo largo de la vida?

sábado, 23 de enero de 2010

La lengua del afecto


En charla de bar y frente a unas cervezas, el otro día tuve una conversación sobre idiomas. no sobre aprendizaje (que también), sino sobre lo que una lengua significa y cómo de algún modo es portadora de algo más que de los significados de las palabras. Y como muestra, un botón. Resulta que tengo la tendencia a hablarles a los animales y a los niños en mallorquín. No me sale hablarles de otra manera. Y no por la cabezonería cazurra del que se empeña en no usar otra lengua que el mallorquín (el catalán, dirían ellos, peron ya nos entendemos), sino por la sencilla razón de que el mallorquín es para mí el idioma del afecto. Es la lengua de mi madre, y también lo era la de mi abuela, y con ellas nunca he usado nada que no sea el mallorquín. Por eso, la ternura y el afecto, esos que se quedan impregnados en la infancia, para mí suenan en mallorquín. Y si quiero ponerme tierno (y los animales y los niños, sobre todo lo más pequeños, suelen ser buenos destinantarios), instintivamente me sale así.

Por otra parte, como me escolarizaron en castellano, si quiero estar correcto y educado, lo que me sale es el castellano. La idea es que en los idiomas hay algo más que la mera comunicación, que en ellos hay depositada todo un sedimento (a nivel personal y colectivo), que va más allá de cuestiones prácticas (como decía mi interlocutor, si nos tuviéramos que guiar únicamente por lo práctico, haría ya tiempo que todos hablaríamos inglés).

viernes, 22 de enero de 2010

El hundimiento

Anoche, una vez más traicioné todos mis planes de trabajo. Pillé recién comenzada El hundimiento en la televisión, y aunque ya la había visto, no pude resistirme a visionarla de nuevo.

Siempre me ha interesado la época nazi (y la soviética, pero de esta tenemos menos detalles, debido al secretismo comunista y a que perduró por más tiempo y además, al haber ganado la guerra, ha sido escrutado de otro modo), quien siga el blog lo sabrá porque he dedicado varias entradas a esos infaustos años. Fueron doce años de historia intensa y repleta del más extremo delirio. En buena lógica, visto desde la distancia, tenía que acabar como acabó: guerra, muerte, sacrificio y locura asesina.

La película, para quien no la haya visto, muestra los últimos días del régimen nazi, con un Berlín asediado y destruido por los rusos, Hitler y los suyos metidos en el búnker y en su propio delirio (con los rusos a las puertas del búnker y el ejército alemán en desbandada, Hitler aún creía en la posibilidad de una maniobra sorpresa que pudiera hacerles ganar la guerra), las deserciones y abandonos en cascada, y la tragedia. Porque si algo destaca en la película es el creciente ambiente opresivo que poco a poco se va apoderando del búnker, cada vez más vacío y ocupado tan sólo por los más incondicionales y fanáticos líderes del régimen. También destaca la interpretación de Bruno Ganz, impresionante y estremecedor en el papel de Hitler:

De todo el film, lo que, al menos en el visionado de ayer, más me conmovió fueron los sacrificios de los que no pudieron elegir. La primera muerte en este sentido es la de Blondi, la amada perra de Hitler, a quien éste envenena antes de su propio suicidio y el de Eva Braun. Y también, claro está, la escalofriante escena en la que Magda Goebbels mata a sus seis hijos (no quería que vivieran en un mundo sin nacionalsocialismo),que creo que vi sin respirar y con el corazón encogido.

En ncualquier caso, peliculón que no me importará volver a ver y que recomiendo a todo el mundo, aunque no sea en 3D (algo sobre lo que tendría que hablar largo y tendido).

miércoles, 20 de enero de 2010

Montypythonismo político

¿Son sensaciones mías o (casi) todos los días tenemos discusiones de este calibre en los medios y en los parlamentos?

Definitivamente, nuestra vida (cada vez en más ámbitos) se ha convertido en un sketch de los Monty Python. La diferencia es que ellos sabían que hacían humor. Nosotros nos creemos estupendos, dignos y "superserios".

martes, 19 de enero de 2010

¿Hacia una nueva compasión?


La piedad, compasión y similares no son a menudo más que medios, excusas que nos ponemos para sentirnos a gusto, para decirnos a nosotros mismos lo estupendos que somos por compadecernos y ayudar al prójimo. Y, ya en según que extremos, la vía de entrada a una carrera por ver quién ayuda más.

Reconozco que es algo muy humano el sentir pena por los malparados. Pero en un mundo tan amplio como el nuestro no es lo mismo que hace siglos, en que apenas se salía de la pequeña comunidad vecinal y entre todos podían aliviar las desgracias del de al lado. Pero hete aquí que el mundo se ha ensanchado, y la desgracia es la nota hegemónica, haciendo que la presión compasiva sea insoportable (porque hay que cargar con casi todo el mundo en las espalda, con las mujeres maltratadas, con las víctimas del terrorismo, con los pobres, con las guerras, con los terremotos, inundaciones y tsunamis....). De un tiempo a esta parte todo se ha convertido en una maratón autocomplaciente de condenas, ayudas, actos solidarios y demás productos de la compasión.

No se trata de olvidar y ocultar para entrar en la otra autocomplacencia, la del "ojos que no ven, corazón que no siente", pero tal vez si que urge una nueva forma de compasión para la nueva época en la que entramos (en la que llevamos varias décadas entrando casi sin darnos cuenta).

lunes, 18 de enero de 2010

Dios retirado


Pensar que Dios es, es todavía pensarlo presente, es un pensamiento a nuestra medida, sólo destinado a nuestro consuelo. Es mucho más justo pensar que Dios no es, así como hay que amarlo con suficiente pureza para que pueda sernos indiferente y que no lo sea. Por esto es por lo que el ateo está más cerca de Dios que el creyente. El ateo no cree en Dios; es el primer grado de verdad, a condición de que no crea en ninguna especie de dioses; si esto es así, si de ningún modo es idólatra, creerá absolutamente en Dios, incluso ignorándolo y por la pura gracia de esta ignorancia. No "creer" en Dios. No saber nada de Dios. Y no amar en Dios sino su ausencia, con el fin de que el amor, siendo en nosotros renuncia a Dios mismo, sea amor absolutamente puro y sea "aquel vacío que es la plenitud". Pero, incluso esto, no hay que saberlo, so pena de consentir en el vacío sólo con la esperanza de estar colmado de él.

Maurice Blanchot. La conversación infinita.

domingo, 17 de enero de 2010

Los Esclatasangs de los Wonderbrass


Hace tiempo me prometí no volver a hablar de ellos en el blog para no hacerme pesado (ya les he dedicado varias entradas). Pero les debo una muy grande y hacerles un poco de promoción y tal vez provocar que alguien vaya a verlos no me parece mala idea para devolverles el "favor", así que no me queda más remedio que volver a hablar de los Wonderbrass, grupo cómico-musical sin par en Mallorca. Con su mezcla de estilos añejos (dixie, blues, rock'n'roll, funky...) y su humor absurdo, histriónico y delirante han amenizado ya muchas de mis noches. Tantas que ya me sabía los chistes y gestos que iban a hacer y las canciones que iban a tocar, más allá del margen para la improvisación que siempre se dejan. Entre los habituales comentábamos que ya empezaba a ser necesario un cambio para no caer en la excesiva monotonía y en el cansinismo. Parece que ellos mismos así lo pensaban, porque desde noviembre deleitan a quien quiera acercarse por el Bluesville con un nuevo espectáculo, más teatral, con hilarantes números cómicos, virtuosismo musical y diversión a raudales (porque algo que siempre les ha distinguido es que se nota que ellos mismos se lo pasan bomba en el escenario). Incluso, para alguien tan asiduo como servidor, ha habido lugar para la sorpresa, con música hecha con los más inverosímiles objetos (un barreño, una escoba y una gaseosa, no desvelaré nada más), al más puro estilo de Les Luthiers, números de hipnosis e incluso un inesperado claqué de Néstor Astaire.

El espectáculo lleva el sonoro título de Esclatasangs (setas en mallorquín, pero que no se asuste nadie de fuera, que es lo único en mallorquín que oiran), y no tiene desperdicio. Casi dos horas que se pasan en un tris, rápidas rápidas ("si se te ha hecho corto, es que te ha gustado", como ellos mismos dicen). A los mallorquines-palmesanos que lean esto, se los recomiendo, y a los que tengan intención de acercarse por la isla, también, me sorprendería que no les gustaran. Eso sí, la función cuesta 10 euritos de nada, destinados a alimentar a la prole de estos cinco monstruos de la música y el humor. A cambio, el local se cuida de que no se llene en exceso y no quede gente de pie, con lo cual se puede disfrutar mucho mejor del espectáculo, algo que es muy de agradecer (porque antes, cuando la cosa se petaba, se hacía hasta incómodo con tanta gente). El lugar, el Bluesville, y las fechas varían de mes en mes, siendo lo mejor consultarlo en la misma página del bar, o en la de ellos mismos, o en su Myspace, en el que además podrán escuchar alguna muestra musical).

Para rematar, les dejo un video grabado no por mí, pero sí por gente cercana:


Y ahora les prometería que ya no volveré a escribir nada más de ellos, pero puede que no lo cumpla.

jueves, 7 de enero de 2010

Viejos pobres


Hace tiempo, cuando esto de la crisis aún no había estallado (pero, y no me gusta decirlo, se veía venir), solía hablar de España como un país de nuevos ricos. Arrogantes, caprichosos, divos, insoportables, un quiero y no puedo . Hasta los poderes adoptaron esas formas, y merced al mito del progreso, gracias al cual nos cuesta imaginar retrocesos, los que más ganaron no parece que pensaran que la cosa se fuera a poner como se ha puesto. Lo más triste es que aquí casi todo el mundo siguió esa estela, y así nos luce el pelo.

A día de hoy tiendo a pensar en esa "buena" época como una anomalía, como una extraña conjunción de circunstancias que nos pusieron en esa tesitura. Pero el tiempo pone a cada uno en su lugar, y nos ha llegado la hora de que nos pongan en el nuestro. La verdadera España (si es que eso existe) es la de ahora, y la de los próximos meses, no la de hace cinco años. El país de nuevos ricos se trasforma en lo que siempre fue, uno de viejos pobres. Y de cafres, porque que me aspen si alguien saca alguna enseñanza de todo esto.

lunes, 4 de enero de 2010

El día que murió Camus


A raíz del aniversario de la muerte de Albert Camus, aparecen artículos por todas partes glosando su figura y obra. En ellos, se señala el arrinconamiento que sufrió (mobbing, diríamos hoy) por parte de sus colegas intelectuales (con Sartre a la cabeza) debido a sus posiciones ideológicas. No es que fuera diametralmente opuesto a ellos, sino más bien es que no quiso entrar en ese juego que tanto le gusta a cierta intelectualidad, el de querer arreglar el mundo y el de creer que, por ser "sabios" (o por pasar por tales), automáticamente tienen la razón en todo y todos hemos de bailar al son que nos marcan. No se pronunció en según que temas candentes, (aunque en otros, como la condena de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, fue uno de los pocos que se quejó en público) y si lo hizo, fue para salirse por la tangente y no aclarar nada. Nacido en Argelia, le tocó vivir la lucha por la independencia de aquella región, entonces dominada por Francia. En medio de las grandilocuentes palabras que tanto gusta pronunciar a los fariseos de la cultura, él declaró que si le daban a elegir entre la justicia y su madre, escogería a su madre (¿como?, ¿despreciaría la justicia?, eso es un pecado capital para la corrección política, que entonces empezaba a instalarse).

El tiempo, sin embargo, ha ido colocando a cada uno en su lugar, y su figura ha ido creciendo en reconocimiento de forma proporcional al empequeñecimiento de aquellos que le anatemizaron en vida y tras su muerte (ironías del destino, en buena parte gracias a esas sus actitudes respecto a lo público). Tal vez también influya aquello de abandonar la escena en un punto álgido, de morir con el manuscrito (El primer hombre, publicada en 1994) del que dicen que es uno de sus mejores textos en la guantera del coche que se estrelló contra un árbol (el único que había en el camino) hoy hace ciencuenta años.

Personalmente, accedí a Sartre y a Camus más o menos al mismo tiempo, cuando era adolescente. Leí El extranjero, La peste (las dos de Camus) y La náusea (de Sartre) casi seguidos, y en aquella época, llena de ese ímpetu revolucionario y fervor ideológico de la primera juventud, en la que uno se cree capaz de todo, incluso de poder cambiar el mundo, fui más proclive a Sartre. Pero con el correr de los años , ese ímpetu se ha ido apaciguando y me siento más próximo a Camus. Me parece mucho más humano, más profundo y sincero. Más natural (hagan una pequeña búsqueda en Google y verán como a Sartre se le nota más la pose de "yo soy intelectual" y se presume falsa la promesa del príncipe que pretende mostrar tras su cara de sapo).


viernes, 1 de enero de 2010

La década musical

Sigamos con los tópicos de fin y principio de año. Y de década. Aunque yo soy más partidario de que las décadas, siglos y milenios empiezan con el 1 y no con el 0, y aún nos quedaría un año entero de década, sí es verdad que se trata de un año frontera, de una especie de tierra de nadie en la que podemos echar la vista atrás. Y en lo referente a la música, de entre el plano panorama general, al menos para mí, someramente y a bote pronto, destacan algunos nombres: Matt Elliott, el Taxi de los Antònia Font, Beirut, y por encima de todos ellos, Arcade Fire y Jack White (a través de sus grupos: White Stripes, Raconteurs y Dead Weather, pero también en solitario). Seguramente esté equivocado, pero ellos han marcado esta década y no me parecería mal que sus nombres la representaran en el futuro. Ahí les dejo un video destacado de cada uno de ellos, dos canciones que deberían ser himnos de esta década que se nos va: