Que en Mallorca nieve no es algo del todo extraño. Todos los inviernos se dejan caer por aquí algunos copos, y siempre hay algún día en que las cumbres más altas de la Serra de Tramuntana se ven blanqueadas. Lo que no es tan habitual es que nieve en el Pla y a nivel del mar. Y este glorioso invierno que algunos deseamos que nunca termine ya van dos nevadas grandes, lo cual es algo para los anales.
Y claro, como no estamos acostumbrados, lejos de acoquinarnos, el personal se lanza a las carreteras para ir allí donde más nieve hay. Se forman atascos y se han de cerrar carreteras para controlar los accesos. Pero todo en un ambiente festivo. Porque los días de nieve en Mallorca son para la fiesta. No se habla de otra cosa y todo el mundo está como excitado por la novedad. Las clases y los trabajos se paran porque todo el mundo quiere ver la nevada. Y a nadie le importan las molestias.
Anteayer fue uno de estos días, y con una intensidad que hacía años que no se veía (aunque no llegó a lo del 2005, ni muchísimo menos a lo 1955, cuando en algunas partes se acumularon dos metros de nieve). La isla se convirtió en una postal navideña, como atestiguan las miles de fotos que se hicieron, y de las que sólo puedo poner aquí alguna muestra, para que se hagan una idea.
Hoy ya no queda nada de la nevada (en la montaña sí, pero ya no en el llano y cerca del mar), sólo el recuerdo de un día distinto a nuestra rutina.
Y claro, como no estamos acostumbrados, lejos de acoquinarnos, el personal se lanza a las carreteras para ir allí donde más nieve hay. Se forman atascos y se han de cerrar carreteras para controlar los accesos. Pero todo en un ambiente festivo. Porque los días de nieve en Mallorca son para la fiesta. No se habla de otra cosa y todo el mundo está como excitado por la novedad. Las clases y los trabajos se paran porque todo el mundo quiere ver la nevada. Y a nadie le importan las molestias.
Anteayer fue uno de estos días, y con una intensidad que hacía años que no se veía (aunque no llegó a lo del 2005, ni muchísimo menos a lo 1955, cuando en algunas partes se acumularon dos metros de nieve). La isla se convirtió en una postal navideña, como atestiguan las miles de fotos que se hicieron, y de las que sólo puedo poner aquí alguna muestra, para que se hagan una idea.
Hoy ya no queda nada de la nevada (en la montaña sí, pero ya no en el llano y cerca del mar), sólo el recuerdo de un día distinto a nuestra rutina.
3 comentarios:
Oooooh!
Con lo que a servidora le gusta la nieve y no haber estado en la isla para poder disfrutar de ella...
Lástima! En fin, amigo Pez, no se si usted hizo como el resto de mallorquines y salió a la calle a jugar con la nieve, pero espero que sí lo hiciese.
Saludos!
Pues no, no pude salir a la calle, básicamente porque n Palma no cuajó (por desgracia, antes había estado lloviendo y estaba todo mojado, dificultando que cuajara). Y para colmo, la nevada fue a eso de las 9 de la mañana, y a mi me pilló metiéndome en la cama después de una dura noche de trabajo (rascarse la barriga en el curro es tanto o más cansado que trabajar). De todos modos, hace un par de semanas cayó otra nevada, no tan intensa, pero que sí cuajó, me pilló conduciendo, y en un momento las avenidas quedaron cubiertas de blanco (y yo también estaba blanco, por el acojone de conducir bajo la ventisca...).
En fin, que menudo invierno llevamos!!
Está claro que la nieve no siempre es tan idílica, y menos cuando uno tiene que sufrir sus consecuencias.
A mí me gusta mucho pero debo reconocer que cuando estuve en Polonia, después de tres días seguidos viéndolo todo blanco, llegué a agobiarme un poco.
Saludos!
Publicar un comentario