miércoles, 31 de marzo de 2010

En piloto automático

Algunas veces, en mis paseos lúdico-estéticos, me cruzo con conocidos. Y en no pocas ocasiones me sorprendo dándoles un simple saludo sin detener mis pasos (normalmente cuando no se trata de alguien "importante para mí"), dejando a la otra persona clavada en el lugar, sorprendida por mi ligereza. Obviamente, se hubieran parado a charlar un poco, pero yo no les he dado la oportunidad, se les nota en el rostro. Y yo quedo como un maleducado. Sin perjuicio de esta opción, lo que ocurre es que en estas ocasiones voy con el piloto automático puesto, mis piernas van solas, y el cerebro está en otra cosa, con lo que no se da la orden de parar. Y como vaya con los cascos puestos, entonces sí que es difícil que mi cuerpo haga otra cosa que caminar (incluso me molesta tener que parar en los semáforos, por lo que tiendo a irme por zonas peatonales). 

Si alguien que me lea y me conozca se reconoce en estas situaciones, le pido disculpas. Nunca ha sido mi intención hacerle un feo a nadie (bueno, hay gente, poca, a la que sí me apetece hacérselo, pero mis feos son algo más que un simple saludar pasando de largo...). Pero es que como me ponga en piloto automático, no respondo.

2 comentarios:

PENSADORA dijo...

JAJAJA! Esto me pasa a mí más que a menudo y luego me viene algún compañero de trabajo quejándose de haber pasado a mi vera y yo ni darme cuenta... lo mío, más que piloto automático, es una empanada continua.

En fin...

El Pez Martillo dijo...

El problema es no enterarse, que también me pasa. Lo grave es darte cuenta, saludar, que el otro se pare esperando una breve charla, y lo dejes ahí parado porque tus pies no obedecen... Ahí no puedes ampararte en que ibas despistado, y quedas un pelín mal.