Conversar. Ir de un tema a otro sin que lleguemos a conclusión alguna, dejándolos a medias. Que las palabras fluyan sin cauce ni rumbo concreto. Acompañarlas de complicidad. Y de alguna copa, que no nos embriagará tanto como lo que digamos. Sin relojes y sin esperar nada concreto. Pero que quede un poso.
Es uno de los grandes placeres de la vida. Y quien tenga alguien con quien conversar tiene un tesoro.
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