martes, 3 de septiembre de 2019

La chica del carpe diem

Quise perderme en la noche, fundirme en la oscuridad. Recorrí discotecas de postín, pubs de moda, antros de barrio, afters decadentes y zulos de yonkis. Traté de experimentar: con sustancias, con personas y posibilidades. Creía ir en pos de algo importante mas era la huida lo que buscaba. Acallar este desasosiego y llenar este vacío. El viaje por el mundo de las luces no lo había logrado. Al contrario: la incomodidad había crecido. Pensé que quizás las sombras podrían acogerme y sanarme, pero el dolor contiuó en aumento. Llegué a desear la muerte, a la que veía como cese y fin de todo padecimiento. Tonteé con ella para ganarme sus favores. Pero comprendí que con ella también acababa la delicia y el gozo, y que si huía de aquella ominosidad desagradable era para mantener lo poco positivo y placentero que aún podía sentir. Poco me faltó para car en el profundo pozo del que tantos no salieron, si no hubiera sido por aquella chica tatuada con el topico Carpe diem que transitaba la noche con estrépito. Había visto muchos tatuajes casi iguales, pero aquella mujer tenía un aura especial, se encaminaba a la destrucción con más decisión y entusiasmo que cualquiera de aquellos pobres dementes que nos agrupábamos en esos ambientes.

Siempre sospechaba del Carpe diem y la vorágine en la que parecía sumergir a sus acólitos. Nunca me creí esas ansias de placeres y felicidades. Aprovecha el momento, sí. Si el momento es de sufrir, sufre y aprovhécahlo. Si hay que gozar, goza y que te sirva de provecho. No hay que toar el mañana demadiado en serio, pero tampoco hay que despreciarlo. Que el provecho del hoy haga mañanas más intensos y provechosos, en la dicha y en la desgracia, en la salud y en la enfermedad.

Así sané en la enfermedad. 

No hay comentarios: