Igual que los sefardíes conservan las llaves de las casas que tuvieron que abandonar al ser expulsados de España en 1492, conservo las llaves de las puertas que han sido importantes para mí. No las guardo en un cajón o algún lugar de almacén, sino que van en el llavero (que en mi caso sólo es una anilla para mantener juntas las llaves) junto a las llaves que abren las puertas del presente.
No se trata de nostalgia, o al menos no lo veo así, sino de mantener un vínculo con los sitios que he habitado y a los que he pertenecido, de retenerlos, de crear la ficción de que no han quedado remotos y atrás, sino que están ahí, a un giro de muñeca.
Hoy una nueva llave se ha unido a ese llavero del pasado.
2 comentarios:
incluido el fondo me da la imporesión. excelente
Las llaves abren siempre, pero también cierran. Tengamos llaves de abrir solamente y si cierran que sean para proteger los sentimientos.
El domingo haré yo una entrada con una llave...así te encontré.
Un saludo
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