Estar en posesión de información privilegiada es una sensación agradable. Te da cierto poder y te crees por encima de los que no sabes lo que tú sabes. Si encima esa información augura una convulsión, la cosa se acrecienta. La pega es que no conviene airearlo por ahí, ya que la empoción viene en parte del secreto. La otra parte es de la espera, de la esperaza aún no colmada. Ahí sólo queda aguardar al desenlace, sea cual sea. Si al final sucede lo presagiado, se está satisfecho por tener buenas fuentes y por poder decir "esto ya lo sabía yo". Si no se cumple, la decepción.
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