Ya estamos instalados en el nuevo hospital. Desde hace unos días. Reconozco que la mudanza me ha valido varios cabreos, en intensidad creciente, que incluso he sido reprendido por mis superiores. No por el traslado en sí, que es algo que había que pasar sí o sí, sino por las condiciones en que se ha llevado a cabo la puesta en marcha (en medio de prisas, medias verdades y rumores que han corrido como la pólvora sin necesidad ninguna). Aunque soy el último de la fila y desconozco muchas cosas, la sensación que me ha quedado es que parece que no ha habido ningún interés en minimizar las ansiedades que se han ido generando, algunas lógicas por el calibre y las características de la operación, otras no tanto.
Pero ya está hecho. Ahora toca apechugar, seguir adelante, hacer del nuevo hospital nuestro hospital. Habitarlo. Minimizar al máximo los problemas que vayan surgiendo. En ello estamos. Al fin y al cabo los trabajadores somos los mismos. Más o menos. Y ahora está, por fin, en nuestras manos. A pesar de todos los pesares, se siente cierto alivio. Y hasta parece que hay luz al final del túnel, ¿será verdad, o es algún bromista con una linterna?.
Por lo demás, hace unas horas he estado en el viejo hospital, ya vacío. He tenido la oportunidad de colarme para ir a recoger cosas que nos hacían falta en las nuevas instalaciones. Solo. Y aunque apenas habían pasado 24 horas del cierre, parece que cada minuto nuestro hayan sido años para él. El vacío es ahí algo más que la ausencia de objetos. El tiempo de su nada es casi químico, es ácido.
PD: las vistas del nuevo hospital, para los que las tienen, tampoco están mal.
2 comentarios:
Bueno, ¿y qué tal el 'mejor hospital son colchones' de Europa? ¿O era 'sin paredes'?
Una pregunta: ¿Los trabajadores van a ser los mismos? Pero, ¿no es el espacio de son Espases muchísimo mayor que el de son Dureta? ¿Eso implica que van a tener más metros cuadrados disponibles por trabajador? O, simplemente, ¿que los negocios de Don Florentino Pérez ocupan el espacio ampliado?
Los colchones llegaron, al fin, pero por unas horas creíamos que tendríamos que trasladar a los niños con los viejos colchones. Como en tantas otras cosas, improvisación y nervios que se podrían haber evitado.
Efectivamente, los trabajadores seremos los mismos (nos hemos ido con los enfermos), y el espacio es mucho mayor. Los pasillos son infinitos (da vértigo ponerse en un extremo y ver medio kilómetro de pasillo por delante) y las habitaciones han pasado de ser de 3 pacientes (a veces se metían 4) a ser individuales y dobles, con lo cual el paciente sale ganando. Es lo que más sorprende a la gente que va, lo enorme que es todo. Así que algo bueno tiene.
Los negocios de don Florentino, y los de movistar (lo último que sé, si es cierto, es ya directamente para meter a algiuen en la cárcel, porque suena muy feo, ya le contaré por otras vías, que el Gran Hermano vigila...).
Publicar un comentario