Ahora, además de contestadores automáticos, hay llamadores automáticos. Te suena el teléfono, respondes, y tras unos instantes de silencio, te habla una voz enlatada que te ofrece algo. Si no resulta agradable dejar mensajes en los contestadores, que te llamen las máquinas es, directamente, iritante. Pero admito que una cosa buena sí tienen: les puedes colgar sin que te parezca una falta de educación.
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