jueves, 11 de noviembre de 2010

La vall de Sóller

Aunque la imagen de Mallorca que ha triunfado y que se ha explotado de forma intensiva es la de la playa, los paisajes isleños que uno más ama son los de montaña. La Serra de Tramuntana, con sus modestas alturas (si las comparamos con otras, aunque están muy bien para el tamaño de la isla), esconde algunos de los rincones más hermosos de nuestra geografía. Uno de ellos es el valle de Sóller, situado más o menos a la mitad de la sierra, tras los muros de la Serra d'Alfàbia (fácilmente reconocibles por albergar en sus cimas el repetidor de televisión y radio). Constituye una especie de isla dentro de la isla, ya que la orografía dificultó durante siglos la comunicación con el resto del territorio, tanto que hace cien años se hizo un tren que atravesaba las montañas y ponía un poco más fácil el acceso (tren que se mantiene hoy en día tal y como era entonces). Hace apenas dos décadas, se hizo un túnel para la carretera, permitiendo que los sollerics y el resto de mallorquines pudieran visitarse sin tener que usar el mítico y temido Coll de Sóller (la tortuosa y complicada carretera que durante años era el único vínculo entre el valle y el resto de la isla).

Al estar embutido entre las montañas, el paisaje del valle es soberbio, y sirve de arranque para muchas excursiones por el monte, en las que se puede disfrutar de bellos rincones y vistas. Y si no, se puede uno dar una vuelta por el pueblo, con sus edificios modernistas, su calle de la luna, su iglesia. O coger el tranvía y acercarse al puerto. O ir a las vecinas poblaciones de Biniaraix y Fornalutx, también en el valle, pequeños pueblos de montaña con sus casas de piedra y callejas llenas de encanto. 

Aunque lo ideal es acercarse en mayo, cuando se celebra el Firó, fiesta en la que se recuerda la invasión sarracena  de 1561 y la feroz resistencia del pueblo. Las calles se llenan de moros y pagesos, de trabucos que se disparan en todas partes, se recrean batallas y se riega todo con licor de hierbas. Toda una experiencia en la que conviene no llevar sombrero (acaban destrozados a trabucazos) ni ir demasiado bien vestido, ya que todo el mundo acaba pringado del betún que los "moros" llevan en la cara. Eso cuando no eres mujer y los sarracenos te raptan...

1 comentario:

PENSADORA dijo...

¡AINS! el tren de soller, me encanta darme alguna vueltecita cuando estoy por ahí. Aunque he de admitir que sale un poquito caro, pero vale la pena.

Ya me está entrando otra vez la mallorquitis. Al final me tendré que mudar... aún a pesar de mis prejuicios con aquello de vivir en una isla.

En fin...