domingo, 7 de junio de 2009

Votar o no votar


Cada vez que hay elecciones, tengo la lucha interna de si tengo que ir a votar o no. Durante muchos años fui abstencionista. Luego empecé a ir a votar, sin mucho convencimiento, la verdad. En realidad sólo he acudido ante las urnas en cinco ocasiones (y, para que quede constancia, nunca he repetido mi voto), y apegado a las más egoístas razones. Y como hoy no se cumple el principal motivo que me llevó hasta el colegio electoral en anteriores ocasiones (al estar de vacaciones, no voy a disfrutar esas cuatro horas electorales en el curro), pues como que no voy a ir. Además, está el factor resaca, importante a la hora de ir con las ideas claras. Si no fuera por la previsible reacción de nuestros próceres (que se tirarán los trastos a la cabeza echándose la culpa de todo, sin una pizca de autocrítica), la también previsible enorme abstención tendría que movilizar a algunos. Pero me temo que no va a pasar nada. En cualquier caso, en la tesitura en la que nos encontramos, uno no sabe qué es más irresponsable, si ir a votar o quedarse en casa...

En estos casos, entono los versos de Javier Krahe:

Y por no echar mi voto
en cualquier saco roto
me abrazo a la quimera
que no lleva bandera.
Un viejo residuo
tengo de individuo
que, en vez de hacia a la cola de ir a votar
me lleva al bar.

Ojalá mi ausencia
colabore en conciencia
con la papeleta
que cada cual meta
y que haya mejores
administradores
y que María Cristina sea ejemplar
al gobernar.

Ya que, Dios mediante
no me veo de votante,
vaya por delante
que le pido a mi abstención
campo de acción.



2 comentarios:

PENSADORA dijo...

Jejeje! acertados versos, ¡sí señor!... a mí no me quedó más remedio que acercarme pues me tocó el papel de 2ª suplente del 2º vocal de la mesa 3ª del 3º municipio... ¡y me salvé!...

Aún me preguntaron ¿te quedas a votar? y respondí ¿para qué?...

El Pez Martillo dijo...

Buff, que coñazo!!! A mi me tocó suplente segundo del presidente de mesa en las generales del 2004. Por suerte, no tuve que quedarme, pero el madrugón inútil no me lo quitó nadie...