En algunas ocasiones hay palebras que se muestran desnudas, desprovistas de su significado. Entonces se queda uno como extrañado, emitiendo un sonido que estúpido. La sensación es similar a la de un déjà-vu, entre sorprendida, asustada, expectante y bizarra. Se puede provocar a voluntad, si nos dedicamos a repetir la palabra hasta que se convierte en el puro sonido y pierde su contenido (algo así como un centrifugado mental, que escurre toda significación). Pero el efecto es más intenso y perturbador cuando ocurre en medio de un discurso. O, peor aún, cuando sucede en nuestra mente. Entonces sí que es raro, porque ahí ni siquiera hay sonido, sólo la vacía carcasa mental de la palabra, lo que normalmente diríamos que es la palabra, pero que, visto lo visto, no parece suficiente.
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