El ritual es algo importante. No es una mera cuestión estética. Por eso todo aquello de peso (o que aspira a tenerlo) se rodea de parafernalia ritual y solemne que lo distinga de la mera cotidianeidad: la justicia (con sus togas, sus fórmulas pomposas, sus martillos...), la política (banderas, himnos...) o la religión (qué les voy a contar, son los grandes maestros). En resumen, que todo es más solemne y tiene más aura si se rodea de ritual.
La relación con la música también tiene su aspecto ritual. Podemos ligarla a momentos clave de nuestra vida, a grandes ceremonias o a eventos especiales. Pero en el día a día, en el simple hecho de ponerse a escuchar algo, también hay una ritualísitca. En este sentido, quiero destacar la ritualidad del vinilo: aquél sacar el disco de la funda, el cuidado con que se manipulaba para no rayarlo, el tener que cambiar de cara... Todo ello ayudaba y señalaba que ponerse un disco era algo especial. Y por ello no se ponía así como así, puesto que exigía un esfuerzo mayor que un simple hacer doble click a una lista de reproducción que está en la nube (o más cerca, en alguna clase de memoria física). Y tal vez a ello se deba el retorno del vinilo (y sí, claro, también a una cuestión de moda y postureo). Ya con el CD se produjo un rebajamiento. Su duración mayor, el tamaño menor (lo cual hizo que las portadas perdieran peso y fuerza en la obra discográfica), así como el hecho de que no se lo ve mientras se reproduce (lo engulle una máquina), ni tampoco se ven los "surcos" (la materialidad es distinta), hizo que ya nos relacionáramos de forma distinta con su contenido. No hablemos ya de los dispositivos portátiles. Que podamos ponernos música con unos auriculares en cualquier parte y sin esfuerzo reduce la música a un mero acompañamiento (del ejercicio, de la conducción, del trabajo...). Ya no hay que ponerse la música y escucharla, no requiere la misma atención. Y claro, la música misma se ha resentido.
Pero la cuestión que cabe plantearse qué vino primero. Si se produce la pérdida de ritual (por una simple cuestión pragmática de comodidad) y la relación cambia, o si es más bien que el abandono del ritual es ya un síntoma de que algo ya ha cambiado previamente.
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