Es frecuente ver que los hijos de las grandes estrellas intentan aprovechar el tirón de su apellido para seguir el mismo camino que sus progenitores. Casi siempre el resultado es discreto, cuando no catastrófico. Sin embargo, a veces ocurre que están a la altura. Es el caso, en mi opinión, de Sean Ono Lennon, que desde hace años tiene varios interesantes proyectos en marcha. Tras varios discos en solitario, ha emprendido algunas colaboraciones, de las que cabe destacar dos: la que tiene con el bajista Les Claypool (The Claypool Lennon delirium, un delirio psicodélico y genial) y el que tiene con su pareja, la modelo Charlotte Kemp Mühl, que se hacen llamar The ghost of a saber tooth tiger. Son interesantes y sugerentes. Al menos no parece que se aproveche de la herencia, sino que ha sabido sacarle provecho, que no es exactamente lo mismo.
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