jueves, 23 de noviembre de 2017

Ascensión

Tras ocho años seguidos en lo que cada uno escribía menos entradas que el anterior (vean el historial al lado, Agua pasada...), he logrado escribir este más que el pasado. No es que sea mucho (sólo 30 entradas), pero implica un cambio de tendencia. He andado disperso y poco expresivo por asuntos varios, y ahora que dispongo de más tiempo, creo que era buen momento para retomar la vieja costumbre de escribir mis delirios y esbozar ideas (porque no creo que les llegue a articular con mucha claridad). Lo hago más por mi que por "la audiencia", a modo de diario público y en tiempo real. Porque siempre he pensado que anotar reflexiones es una actividad autoclarificadora (sacar fuera lo que uno lleva dentro tiene algo de purgar demonios y de toma de perspectiva), y me encanta leer lo que otros han ido escribiendo en su día a día (he disfrutado a Nietzsche, a Camus o a Jünger en su devenir cotidiano, y me han parecido estimulantes y deliciosos). Por eso, pensar que alguien puede leerlo y le provoque alguna clase de reacción (aunque sea negativa) me motiva y hace que me obligue a ello.

He tenido temporadas en las que ni siquiera me lo he planteado. Pero ahora, sea por lo que sea, las ganas y la pulsión han vuelto, con mayor intensidad que los destellos breves que han salpicado los años previos, en los que he dedicado a prometer que seguiría, y al mismo tiempo anunciaba que no lo hacía. Ahora me vuelve a asaltar la inspiración sin irla a buscar, así que hay que aprovechar.

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