lunes, 31 de enero de 2011

Salamanca

Me he dado cuenta de que he hablado mucho de Palma y de Mallorca (no en vano es donde vivo y la tierra que mejor conozco), pero he hablado poco de la que, por motivos familiares, es mi segunda ciudad, mi patria chica: Salamanca. Mi familia paterna es de allí, y en volumen, tengo más familiares allí que aquí. Ello me ha permitido visitarla en numerosas ocasiones, y puedo decir que la conozco bastante bien. 

Más allá de los lazos familiares que me unen a ella, tengo en muy alta estima a esta ciudad por muchos otros motivos: su historia, su vida, su cultura. Salamanca transpira historia y cultura. Un paseo por su casco antiguo está repleto de bellos edificios y lugares curiosos asociados a nombres más o menos ilustres. Su famosa y antigua universidad le otorgó notoriedad en la Edad Media, y en torno a ella se arremolinaron autoridades eclesiásticas y culturales, dotándola de numerosas y monumentales iglesias (hasta el punto de ser conocida como Roma la chica), alcanzando en torno al Renacimiento su momento más brillante. Por ello, muchos son los personajes históricos que tienen alguna relación con Salamanca: Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Antonio Nebrija, Fray Luis de León, Cervantes, Francisco de Vitoria, Fernando de Rojas, y más recientemente, Unamuno, Franco o Torrente Ballester, por citar sólo algunos. 

Patrimonio de la Humanidad, alberga numerosos lugares dignos de interés: las dos catedrales, la universidad, las escuelas menores, la Clerecía, la casa de las conchas, La Casa Lis, sus distintos puentes (el romano, el de hierro, construido por Eiffel), el Palacio de Monterrey, la Plaza Mayor, el Palacio de Fonseca, los Dominicos, el convento de las Dueñas... aunque no es muy grande, hay mucho por ver y conocer.

Y como no sólo de cultura e historia vive el Hombre, ahí está la vitalidad salmantina: una ciudad universitaria repleta de bares (los salmantinos presumen de que tienen muchas iglesias, pero más bares) en los que degustar tapas y probar los deliciosos embutidos de cerdo ibérico típicos de la provincia. A pesar de ser una capital de provincias (algo más de 150000 habitantes), posee un aire cosmopolita recogido que la hace muy agradable, y algunas zonas siempre tienen una animación y bullicio que ya quisieran otras urbes más grandes.

En resumen, una deliciosa ciudad castellana que bien merece una visita (y a ver si me aplico el cuento, que hace una buena temporada que no me acerco, y ya la echo de menos). 

5 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Doy fe que las tapas son una gozada (en especial las jetas de cerdo), y también que la población universitaria le da a la ciudad una mayor vida. Sólo he estado allí dos veces (aunque ya es mucho para mí, que apenas viajo), y en una casi diría que me sirvió para redimirme (de unas penas contraídas poco antes).

josé ángel dijo...

De este año no pasa que le haga una nueva visita, me encantó Salamanca por ser cultura y por estar viva...un saludo desde la otra ciudad universitaria por excelencia, alcalá de henares...

PENSADORA dijo...

Jo! ya hace tiempo que pienso en pasarme pero siempre se me adelanta algo. A ver esta semana santa... aunque empiezo a sufrir algún síntoma de mi mallorquitis habitual y no sería raro que termine acercándome más bien allí donde siempre me relajo.

En fin.

El Pez Martillo dijo...

Me alegro de que les atraiga y les traiga buenos recuerdos. Es un ngusto no ser el único y poder compartir mi gusto por esta ciudad.

A Alcalá estuve a punto de acercarme hace un par de años, cuando estuve unos días por Madrid. Ganó Aranjuez, pero Alcalá quedó pendiente para una futura visita.

Pens, Salamanca también es relajante y muy recomendable, y para los peninsulares, más cercana que Mallorca (eso de poder acercarse en un fin de semana cualquiera sin tener que coger avión ni barco es una gozada).

A mí redimirme no me ha redimido de nada, que yo recuerde, pero sí que la rememoro como un lugar en el que me encuentro a gusto y sereno (supongo que por haberla visitado siempre en vacaciones).

Saludos a los tres.

Johannes A. von Horrach dijo...

Alcalá. Curioso que se cite la ciudad en la que se me injertaron los fantasmas que pude exorcizar en Salamanca, jajaja. Lo malo no fue la ciudad, que es muy interesante, sino lo allí vivido.