Que a un artista se le llame creador es algo relativamente reciente en la historia. Antes, sencillamente eran gente con una habilidad, y ni siquiera se les ocurría firmar sus obras, que eran lo importante. Pero poco a poco, paralelamente al surgimiento del Yo, empezaron a firmar y a darse ínfulas, hasta hacerse llamar "creadores" (puede que hoy eso no nos llame la atención, pero entonces, creador sólo había uno, y hacerse llamar como él era algo bien atrevido), alcanzando un lugar preeminente dentro de las sociedades modernas. Con el surgimiento de las ideologías, llegaron la transgresión y las ansias de poder, digamos, terrenal (ya no les bastaba con hacer sus obras de arte, sino que pretendían influir en las vidas de las gentes por la vía política y revolucionaria). Y así hasta hoy. Lo curioso es que esa transgresión no les lleve a cuestionar su carácter creador, eso bien hecho daría para grandes obras de arte. Pero no sucede (o si ocurre, hay quien se encarga de que no se sepa), bajar del pedestal no es agradable, se está tan bien ahí arriba viendo a los demás chiquiticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario