viernes, 4 de julio de 2008

Escuelas, chivos, padres y demás.


Dice el populacho que la culpa algo tendrá cuando nadie la quiere. Y es cierto. A la hora de echarle la culpa a alguien, todo el mundo señala a otro lado. Siempre hay alguien a quien acusar y a quien criminalizar. Por norma general se trata de entidades abstractas, difusas o alejadas, que no se pueden defender con facilidad. Madrid, el árbitro, el Gobierno, los nacionalismos, la Justicia, la Inmigración, la Educación... todos tienen alguna culpa. Evidentemente, cada grupo tiene lo suyo y tienen cosas a ser reprochadas. Pero no voy por ahí, sino a esa especie de énfasis que se pone en señalarlos como los culpables de que todo vaya mal (en tiempos de ¿crisis?, se agudizan estas actitudes, lo estamos viendo todos los días), en la culpa que portan por ser lo que son. Basta nombrarlos para que ya se pongan en marcha las susceptibilidades y carguemos en ellos todo nuestro malestar.

Centrémonos, que quería hoy hablar de la Educación. El sistema educativo español funciona en nuestro tiempo como chivo expiatorio de muchas de las carencias de la sociedad. Tampoco es que se trate de angelizarlo, ya que tiene numerosos puntos flacos sobre los que hay que incidir. Pero de ahí a ver en nuestras escuelas el motor de todo lo que ocurre con nuestra juventud hay un trecho grande. Y, como suele ser costumbre, algunos de los que más se quejan son los que más deberían hacérselo mirar. Me nrefiero a muchos padres, que esperan que el colegio haga lo que ellos deberían hacer pero no hacen. Los niños tienden a convertirse en tiranos y a hacer lo que les da la gana. Eso si se les deja. Y los padres son los principales responsables de que no ocurra, más que nada porque el trabajo debe empezar desde muy temprano. Esperar a la edad escolar es esperar demasiado. En mi experiencia con los niños he visto auténticos energúmenos de menos de dos años, incapaces de soportar un no por respuesta, y padres desbordados. Lo gracioso de la situación es que hay veces en que los dominamos más nosotros que sus propios padres. Y qué quieren que les diga, que un pequeño pueda con dos adultos es una auténtica barbaridad que sucede en más ocasiones de las que creemos. Siempre digo que un niño es como un animal, tienen que saber quién manda, lo que pueden hacer y lo que no. Es que parece que aquí el que más deja hacer, el que más tolera es el que más quiere, como si una cosa tuviera que ver con la otra.

4 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Está hablando de dos cosas distintas, amigo Pez: una cosa es la escuela como institución, en la que demasiados padres delegan para que haga lo que deberían hacer ellos con sus hijos; y otra es la cuestión educativa en sí, que en España se encuentra en situación de coma profundo. Con echarle un vistazo a los datos de informes (el Pisa, por ejemplo), queda todo bastante claro. Y si uno prefiere la comprobación empírica, pues que se pase por cualquier instituto y observe con pasmo lo que ve allí.

saludos

PD: he preferido no decir nada en su entrada sobre la conducción automovilística, más que nada porque no quiero avasallar al personal con mi pericia sublime al volante, ejem. Ya sabe lo mío con los semáforos, para qué seguir.

PENSADORA dijo...

Pues mire usted, toca dos temas que ya había intentado analizar. Desde luego no con tanta elocuencia como usted.
De acuerdo con Horrach en la pobreza de la educación en españa.
Y de acuerdo con usted en la mala educación filial que están recibiendo nuestros pequeños.
Tiene usted razón, los padres actuales no educan, dejan esta labor a la escuela, cosa que es un grave error en vista de las deficiencias que presenta nuestro sistema educativo. Y no sólo eso, aunque españa tuviera un sistema escolar correcto o perfecto, una cosa es culturizar a nuestros nenes y otra es educarles para enfrentarse a la vida de una forma, al menos, civilizada.

El Pez Martillo dijo...

Horrach, claro que estoy hablando de dos cosas distintas, precisamente para señalar que son dos cosas distintas. Porque mucha gente parece achacar el comportamiento de muchos de nuestros niños y jóvenes al sistema educativo, cuando me parece que la cosa va mucho más allá. Puede que algo de culpa sí que haya, pero si la base falla (que, creo, son los padres), poco podrá hacer la escuela. Lo que pretendía denunciar es esa actitud de estar siempre señalando a otros como culpables y esperar que sean otros los que tomen medidas, olvidando que nosotros también podemos poner nuestro granito de arena en que las cosas mejoren.

Sobre lo de su conducción kantiana, precisamente pensaba en usted al escribirlo, jajajaj. Una cosa, anoche, mientras al volante presumía de lo estricto que soy en el seguimiento de las normas de tráfico, me salté un semáforo. No vea usted la que me liaron los que conmigo iban, jajajaj.

Pensadora, estamos de acuerdo entonces los tres en todo. Sólo señalaría que la cosa, como todo, es mucho más compleja de lo que aquí parece. A ver quién es capaz de dedicarse a educar a los hijos cuando los dos padres trabajan diez horas (o más) para poder pagar la hipoteca, comer, el coche, la escuela de los niños... Así no hay quien tenga fuerzas para llevar adelante nada.

PENSADORA dijo...

Pues más valdría plantearse si se está preparado para tener un hijo.
También hay que admitir que vivimos en una sociedad demasiado comodona. Hay que tener piso en propiedad, cochazo, comer ecológico o biótico... me parece a mí que es más tontería que realidad. Que a pesar de la ¿crisis? vivimos por encima de nuestras posibilidades y esto nos está pasando factura.
También hay padres que más bien trabajan diez y doce horas para tener menos tiempo de aguantar a los churumbeles llorones.
Como bien dices es un tema muy complejo.