Coincido con mi vecino en el baño. Él en el suyo y yo en el mío, pero los dos a la vez. Cada vez que entro, lo oigo moverse ahí al lado. Ahí nos separa un simple tabique y es más fácil percibir que hay actividad al otro lado que en cualquier otra parte de la casa. Los pisos son prácticamente simétricos, así que me gusta imaginar que llevamos vidas simétricas. Que hacemos movimientos parecidos por la casa, que no sólo coincididmos en el baño, sino que cuando cocino, él también lo está haciendo. Lo mismo cuando estoy viendo la tele o escribiendo en el blog. Es inquietante, y la incomodidad aumenta si doy un paso más y pienso que mi vecino es un yo simétrico mío, que su vida más allá de su casa es igual a la mía, que en realidad somos uno desdoblado.
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