Se celebra a los pioneros: el primero en pisar la luna, el descubridor o el inventor de algo... pero nadie se acuerda de los últimos, a los que podríamos llamar "los postreros". El último en morir por la erradicada viruela, el último muerto en una guerra, el último antes de la llegada de algún cambio o avance... Hay en ellos una fatalidad mayor, una muerte en la orilla.
A la inversa, hay también una suerte aumentada cuando se es el último en beneficiarse de alguna ventaja que desaparece (el último premiado, el último en disfrutar de algún privilegio...).
No siempre el final en una sucesión temporal tiene porqué ser lo peor. Ni el inicio ser algo positivo. No siempre el último es el más tonto. Ni el primero el más listo.
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