Hay en todas las cosas un reclamo, una llamada que espera ser respondida. Las cosas en sí son esa llamada. Sólo es cuestión de sintonizar y permanecer a la escucha, saber captar esa emanación, ser sensibles a ella. Para ello, quizás haya que desprenderse de uno, despojarse y permitirnos ser emanación, liberarnos de los muros que nos lo impiden. Claro que entonces ya no es una simple escucha, sino una comunión.
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