Hay cosas que no contarías ni a tu madre, pero que de repente, viene algún extraño, y se las dices. Supongo que tiene que ver con los cauces que una relación ha ido tomando, con las vías que se han trazado con el tiempo, que hacen que se pueda ir por unos derroteros y por otros no. En cambio, con alguien nuevo, la cosa está por hacer, y lo inconfesable todavía tiene cabida, aunque sea a modo de tanteo del otro (que al fin y al cabo, en tanto que nuevo, todavía no es imprescible o importante).
2 comentarios:
claro, es comprensible y hasta imaginable.
Cosa precisamente de desconocimiento. Así, como contarle tus sueños a un psicólogo... la simple objetividad de quien no te conoce se convierte en escudo.
huy que desbarro!
Saludines!
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