Todas las casa, al menos hasta que empezaron a empequeñecer, tenían un lugar más o menos "sagrado", alguna estancia que apenas se usaba y que se resrvaba para ocasiones especiales (un salón más grande y señorial), una habitación de invitados...). Era como una especie de desierto del hogar, un lugar sin vida, como estéril, un sitio en el que no se hacía apenas vida y que por tanto no tenía la plenitud de lo habitado. Incluso, cuando éramos niños, nos daban cierto respeto y miedo esos sitios (sobre todo si iban acompañados de la advertencia de no entrar por parte de los adultos).
Algpo parecido pasa con los pasillos, esos estrechos lugares de paso en lo que no se hace vida ninguna, y que por lo tanto carecen de la calidez del resto de la casa. Pueden llegar a ser inquietantes en este contraste y cercanía con la seguridad del hogar.
4 comentarios:
Qué pobres los que habitamos en los pasillos estrechos...sin encontrar aún nuestro hogar.
¡HOMBRE PEZ! que esto dependerá de la casa. Por ejemplo (y no por alardear) mi pasillo es la mar de cálido y acogedor. Eso, sí, no es muy largo, que esto ayuda.
Salud!
Ciertamente, las casa de hoy en día, más reducidas, tienen menos pasillo (que ha sido sustituido por los distribuidores), pero reconocerá que en los pasillos se hace poca vida, y por eso son así como vacíos. Este carácter se acentúa en sitios como hoteles, hospitales...
Angel, sí, eso de sentirse como de paso es una sensación incómoda, aunque siempre podemos hacer del pasillo nuestro hogar.
Hombreeee!!! lo de los hoteles y hospitales ya es otro cantar, aunqueee....
Ahora que pienso, los pasillos del hospital de huesca tienen mucha marcha, sobre todo a la hora de repartir medicación y en las horas de visita... mmm ... ¡que tiempos aquellos! y que poco los echo de menos!
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