jueves, 23 de septiembre de 2010

El desencanto (J. Chávarri, 1974)

"El fracaso es la más resplandeciente victoria."
Leopoldo María Panero en El desencanto
 
Hoy he visto El desencanto (1974) de Jaime Chávarri, estremecedor documental en torno a la familia de Leopoldo Panero (1909-1962). En él, su viuda, Felicidad Blanc, y sus hijos, José Luis, Michi y Leopoldo María, desgranan con crudeza sus recuerdos y miserias. Llama la atención el carácter descarnado de las declaraciones, la frialdad con la que cuentan los sucesos más sórdidos (cuando Michi y Felicidad recuerdan que por orden del padre tiraron al río una camada de perros), cómo se cantan las cuarenta a la cara como quien lee la lista de la compra. Una familia a todas luces patológica, con un tejido de relaciones anómalas y envuelta en un claro aire de decadencia. Porque si algo se trasluce en la película, es la decadencia. No sólo por las extrañas declaraciones, sino por los escenarios escogidos (la vieja casa del pueblo en la que vivieron los momentos más "felices", pero ya en preruina). Además, está la extrema y extraña lucidez con que contemplan el devenir de la historia familiar, que les lleva a saberse una vía muerta, el final de una raza: 





Una película estremecedora. Y al final, la sensación de que con cualquier familia se podría hacer un documental similar (a lo mejor no tan extremo, pero sí aderezado con sordideces, medias verdades medio aceptadas, secretos y mentiras).

9 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Pues la segunda parte de la historia familiar de los Panero todavía es peor, 'Después de tantos años', 17 años después. En la película de Chávarri, aunque el discurso sea fúnebre y decadente, hay muchas cosas abiertas todavía. Gran parte de lo fúnebre es más por la representación (algo afectada en muchos casos, como en el de Juan Luis), algo conscientemente escogido. Pero en la película de Ricardo Franco ya es el desmoronamiento absoluto, el fin del camino del que ya sólo queda recoger las cenizas. Hay menos ganas de hacer comedia,. y el resultado es de los más sobrecogedores que servidor ha visto en pantalla (y eso que servidor frecuenta el género depresivo).

El Titanic, también se hundió dijo...

Je... ya sabía yo que en este blog podia encontrarse uno cosas "raras"... el jefe Bunbury tiene cierta amistad con Leopoldo Maria Panera, existe un documental por ahi bastante curioso tambien. Yo me quedo con una frase al final que suelta Panero al volver por la tarde al psiquiatrico donde está internado y se despide de Bunbury & Cia, tras la reja de la puerta que se cierra "... encerrados estais vosotros..." Grande, enorme frase, libres son los que perdieron la cabeza.

El Pez Martillo dijo...

Horrach, me consta que la segunda parte es más estremecedora aún. Por lógica, viendo el camino que lleva esta gente, tiene que serlo. Lo que pasa es que no he podido encontrarla todavía por internet (¿no la tendrá usted, por un casual?), pero en cuanto se me ponga a tiro la videaré con gusto.

Titanic, conozco el video de Bunbury y Vegas con Leopoldo María Panero, lo que pasa es que como tengo una relación amor-odio con Bunbury (me gusta su música, pero él me cae como una patada en el culo), creo que son unos pedantes que juegan al malditismo de modo autocomplaciente (se quieren creer poetas malditos en plan guay, y no son más que unos malditos poetas), y claro, Leopoldo se los come con papas, aunque ellos no se dan cuenta, de tan extáticos y exultantes que están de estar ante su "admirado" Panero.

Jarttita. dijo...

Pez, últimamente coincido mucho con Horrach, pero vuelvo a estar de acuerdo: la segunda parte es impresionante, con ese Michi ya muy enfermo caminando por los pasillos de su casa a oscuras casi. Y la relación entre los hermanos es mucho más dramática. No se lo pierda ( en el ares creo que está). Y esa madre siempre presente, viva o muerta...

El Pez Martillo dijo...

No hay forma de encontrar la película, tendré que conformarme con los fragmentos que hay en youtube.

Revisitando el video de Bunbury, caigo en la cuenta de que el otro no es Nacho Vegas, sino Carlos Ann (lo había visto hace tiempo, y como Vegas también tiene relación con Bunbury y con los Panero, lo bailé). Por cierto, dan vergüenza ajena las preguntas que le hacen (¿eres ligón?, ¿crees que te darán el Nobel? ¿no tendrás un poema a la chistorra?...). Y encima debían creer que estaban completando una especie de trilogía con las otras dos películas. En fin...

Johannes A. von Horrach dijo...

No se preocupe, hombre, que en mi archivo subsuelítico guardo una copia. Se la haré llegar cuando le devuelva cierto libro (mejor recuérdemelo, por si acaso).

El Pez Martillo dijo...

No se preocupe que se lo recordaré, tengo mucho interés en verla.

Anónimo dijo...

Las perspectivas de cada uno desdibujan las del resto, creando eso incomodidades al espectador y un difícil pero fructífero posicionarse. Pocas veces la irracionalidad y locura humanas (tan propias, tan extrañas...) se habían reflejado tan justa y problemáticamente como en este documental.

(Felicidad Blanc, al margen y a la vez fuerza motriz de todo, víctima y verdugo...)

Un saludo y enhorabuena por sus escritos(y a la espera de que vea la segunda parte y nos hable).


Novell.

El Pez Martillo dijo...

Gracias Novell. La gracia está en que aquí la historia de los Panero brota desde ella misma, se ve en acción. Estamos demasiado acostumbrados a las voces en off que nos narran un guión estructurado y en el que todo cuadra (incluso en la historia diaria, que nos cuentan periódicos, televisión, etc.). Aquí, en cambio, son los mismos protagonistas los que hablan libremente. Y claro, eso resulta chocante, y más cuando la historia que se despliega es tan extraña y tan repleta de sordideces.