Llevamos instalados desde hace años en una borrasca que tiene pinta de ser una tormenta perfecta. Pero que no se acaba de desatar. Se van sumando factores que lo empeoran, pero todo sigue en una calma cómoda. O no. A lo mejor es una situación que hace décadas hubiera resultado insoportable, pero que ahora sobrellevamos más o menos impávidamente. No hemos acostumbrado. Por eso es posible que de estallar, sea de forma inesperada y por cualquier minucia. Porque muchas explosiones las inicia una inocente cerilla. Mientras tanto, vamos acumulando presión.
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