Todos los años, por esas fechas, se produce un milagro en Mallorca. Dicho fenómeno sobrenatural consiste en que los que el reciente 12 de octubre se han blanqueado abominando de la conquista de América, reivindicando a los oprimidos y exigiendo mea culpas a los descendientes de los conquistadores, celebran con alborozo la conquista de la isla por parte de las tropas de Jaime I el Conquistador (del Reino de Aragón, corona catalano-aragonesa o como quiera que ahora esté de moda llamarla) el 31 de diciembre de 1229. Se celebra el "nacimiento de nuestro pueblo" (sic.), sin hacer ninguna referencia a las matanzas que tuvieron lugar, las cuales diezmaron la población hasta el punto que la isla yuvoq ue repoblarse con gentes venidas de fuera (mayormente catalanes, de ahí que aquí se hable catalán, pero no sólo: también hubo castellanos y navarros). Toda esa sensibilidad hacia los pobladores previos a la llegada de Colón se esfuma en cuestión de dos meses y medio y nadie se acuerda de los pobres musulmanes que aquí vivían (al menos hay una plaza que recuerda a Abu-Yahya, el valí que rindió la isla) y que se vieron desplazados por los cristianos.
Obviamente, no se trata de una cuestión de sensibilidad hacia las víctimas, sino de utilizarlas contra sus victimarios, que en un caso son parte del imaginario del mal, y en el otro son "los nuestros". Un doble rasero como una catedral, uno de tantos. En el fondo, nos la trae todo muy al pairo, y más cuando han pasado ya muchos siglos. Lo importante es cavar la trinchera ideológica. Y al final, la conquista de Mallorca forma parte de la Reconquista, eso tan español de lo que aún no parece que hayan logrado desembarazarse, cuya adoración acrítica comparten con el nacionalismo español.
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