No quiero caer en los tópicos de nuestros revolucionarios ovejunos de eslogan y retwiteo, que en un día como hoy se recrean en lo del "nada que celebrar" y en fustigar al personal por el supuesto genocidio que los españoles de aquel tiempo (señores, yo no tengo la culpa de lo que hicieron mis antepasados, ni tengo que pedir disculpas por ello) llevaron acabo en sudamérica (de lo que hicieron los anglosajones en el subcontinente norte, que sí que fue casi un genocidio completo, no se oyen tantas condenas).
El gran Neil Young sí que cae en los tópicos de leyenda negra, y nos pinta una América precolombina idílica, casi una comuna hippie a la que Cortés llegó a sangre y fuego (aunque dicen las malas lenguas que en realidad lo que narra es autobiográfico y se refiere a la ruptura con su esposa). Sea como fuere, y aunque políticamente incorrecto, se trata de un tema soberbio, y esta versión en directo es sublime.
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