domingo, 15 de agosto de 2010

Fenómenos extraños en la playa

En el verano mallorquín, con su amalgama de gentes venidas de todas partes y con todos los fines imaginables, puede suceder cualquier cosa. Por ello, algunas veces ocurren escenas surrealistas dignas del mejor de los sueños. Hace unas semanas tuve la ocasión de vivir una de estas raras y delirantes experiencias. 

Una compañera celebraba su cumpleaños con una barbacoa en la playa. La fiesta tendría lugar un sábado noche, en una playa muy cerca de Palma, pero lo suficientemente apartada como para no estar en un paseo lleno de locales de ocio. No obstante, hay un angosto paseo entre la playa y los muros de un recinto militar.  Esto hace que allí todas las noches de verano se reúnan grupos de gente para cenar y tomar el fresco. Además, las vistas de la bahía y la ciudad iluminadas no son despreciables. 

Allí nos reunimos todos, unas quince personas, con comida, bebida, y ganas de pasarlo bien. Poco a poco, con el estómago lleno, la sangre aliñada con etanol, y la euforia festiva, la cosa fue desvariando: risas, cánticos, chistes, incluso sombras chinescas aprovechando los manteles (en realidad sábanas) y una linterna. En esas estábamos, cuando por el mínimo paseo de detrás, vimos pasar ¡una tuna!. Todos prorrumpimos en exclamaciones. Sí, ya sé que una tuna no es nada raro en sí mismo. Pero en Mallorca es más fácil encontrarse con Bin Laden que con la tuna. Debe ser la única que hay en toda la isla. Y que pasen por un sitio en el que no hay más que algunos pequeños edificios de apartamentos, un cuartel y unos descampados, pues es como para extrañarse. Si ya de por sí la visión era inusual, más lo fue lo que vino después: vítores por nuestra parte y unos improvisados clavelitos que cantamos, nosotros, con gran sentimiento. Ellos, que debieron alucinar más que nosotros, y temerosos de haber atravesado alguna puerta interdimensional o algo así, echaron a correr y desaparecieron, dejándonos a nosotros con la canción a la mitad y un ataque de risa entre nerviosa y beoda.

Ya me dirán si no es como para hacérselo mirar.

2 comentarios:

PENSADORA dijo...

Jejeje! la tuna esa ya sería una despedida de soltero o similar y vete tú a saber si no llevaban algo más que alcohol metido en el cuerpo como para semejante susto.

Loable vuestra actitud de cantar y vitorear... ¡pa haberte visto! jejeje!

Salud!

El Pez Martillo dijo...

No, era una tuna de las de verdad, con sus capas, sus cintas, sus bandurrias y todo lo demás. Venían cantando, hasta que les interrumpimos. Y sí, la escena fue como para haberla grabado.