Prosigamos con la cacareada situación escolar. Un defecto en el que caemos todos es el de focalizar nuestra atención en los ejemplos negativos, en lo escandaloso. Así, se crea la imagen de que todo funciona como en esos sucesos de los cuales tenemos conocimiento. Ante esto, posturas igualmente escandalosas (o escandalizadas, a veces es lo mismo). La grandísima mayoría de veces lo que se oye es un mutuo echarse la culpa entre padres y profesores. Los profesores esperan que los niños ya vengan educaditos de casa. Y los padres que se les eduque en la escuela. Que sí las escuelas están desbordadas, que si los profesores tienen las manos atadas, que si los padres trabajan todo el día y dan a los niños todo lo que piden y los malcrían... Muchas son las causas que se aducen. Pero en ningún lado he escuchado que la causa tal vez esté más allá de la familia y de la escuela, en la misma médula de nuestra sociedad, en la organización del trabajo y la sociedad, en las costumbres de los últimos años. Eso sería muy arriesgado, y nadie se atreve a decirlo en voz alta, porque en el fondo a todos ya nos va bien. ¿Quién se atreverá a abrir la veda?
No hay comentarios:
Publicar un comentario