Cuando más apegados vivíamos a las condiciones materiales (pasábamos frío, hambre, estábamos muy a merced de las enfermedades...) fue cuando más alto voló el ansia inmaterial del ser humano.
Por contra, a medida que hemos ido despegando de la crudeza de lo material, para quedarnos en una materialidad más "superficial", e incluso hemos llegado a un punto en el que todo depende de una pura nada virtual y cuasiespiritual, es cuando damos de lado a toda esa construcción inmaterial que en otros momentos nos fue tan cara.
Como si entre lo material y lo inmaterial (¿espiritual?) no hubiera esa contraposición que estamos acostumbrados a creer. Como si existiera cierta correlación, y equilibrio.
1 comentario:
Se ha perdido la ilusión, y en consecuencia la épica: somos tan racionales que damos asco.
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