Extraña la lógica que lleva a algunos a reconocer algunos derechos y al mismo tiempo, como consecuencia directa de ello, a impedir que se puedan ejercer. Y encima ofenderse si se les advierte sobre la contradicción/hipocresía que en ello hay.
3 comentarios:
Anónimo
dijo...
Es muy socialdemócrata, esa actitud. Nos guste o no, asuntos como el tabaco -por decir uno- es mucho más perseguido por ellos que por los otros.
Que yo sepa, el supuesto derecho a fumar no esta recogido en ninguna constitución ni carta de derechos humano o de lo que sea. Tampoco lo está el deber de los demás de velar por que se cumpla.
Y yo no circunscribiría esta lógica a ningún grupo en particular, que el caso que tengo en mente viene de otros ámbitos.
Ah, esa insoportable intromisión de lo público en lo privado, de los servidores del poder en la vida y miserias de los ciudadanos, el autismo de sus verdugos…
Una sociedad, un país, una comunidad (aunque sea simplemente de vecinos) que multiplica sus leyes y reglamentos hasta el absurdo, que legisla casi en exclusividad prohibiciones, deberes y obligaciones, sanciones y multas hasta hacernos sentir culpables por el simple hecho de haber nacido y sobrevivir a duras penas, es una colectividad que ha perdido el derecho común y la dignidad de la libertad y estúpidamente cree poder sustituirla por un mecanismo más eficiente, esa especie de justicia social presuntamente democrática más arbitraria si cabe cuanto más contaminada de lo político y sus perversiones…
¿Cuántos miles de nuevas leyes-obligaciones-decretos de obligado cumplimiento, etc. han creado exnovo o añadido en estos últimos años al código civil, a los estatutos autonómicos, a las ordenanzas municipales, nuestros inefables gobiernos social-nacionalistas socialistas y nacionalistas de la ex-España postdemocrática? Hagamos un somero recuento, contabilicemos la histeria legisladora, apliquemos una ecuación inversa, y plash… ahí tenemos la cifra de nuestra extraviada libertad, nuestra presunta culpabilidad por existir ni más ni menos…
No somos esclavos de nuestros deberes sino soberanos de nuestros derechos. O mejor aún: republicanos expatriados bajo una única constitución y ley: nuestra conciencia.
3 comentarios:
Es muy socialdemócrata, esa actitud. Nos guste o no, asuntos como el tabaco -por decir uno- es mucho más perseguido por ellos que por los otros.
Que yo sepa, el supuesto derecho a fumar no esta recogido en ninguna constitución ni carta de derechos humano o de lo que sea. Tampoco lo está el deber de los demás de velar por que se cumpla.
Y yo no circunscribiría esta lógica a ningún grupo en particular, que el caso que tengo en mente viene de otros ámbitos.
Ah, esa insoportable intromisión de lo público en lo privado, de los servidores del poder en la vida y miserias de los ciudadanos, el autismo de sus verdugos…
Una sociedad, un país, una comunidad (aunque sea simplemente de vecinos) que multiplica sus leyes y reglamentos hasta el absurdo, que legisla casi en exclusividad prohibiciones, deberes y obligaciones, sanciones y multas hasta hacernos sentir culpables por el simple hecho de haber nacido y sobrevivir a duras penas, es una colectividad que ha perdido el derecho común y la dignidad de la libertad y estúpidamente cree poder sustituirla por un mecanismo más eficiente, esa especie de justicia social presuntamente democrática más arbitraria si cabe cuanto más contaminada de lo político y sus perversiones…
¿Cuántos miles de nuevas leyes-obligaciones-decretos de obligado cumplimiento, etc. han creado exnovo o añadido en estos últimos años al código civil, a los estatutos autonómicos, a las ordenanzas municipales, nuestros inefables gobiernos social-nacionalistas socialistas y nacionalistas de la ex-España postdemocrática? Hagamos un somero recuento, contabilicemos la histeria legisladora, apliquemos una ecuación inversa, y plash… ahí tenemos la cifra de nuestra extraviada libertad, nuestra presunta culpabilidad por existir ni más ni menos…
No somos esclavos de nuestros deberes sino soberanos de nuestros derechos. O mejor aún: republicanos expatriados bajo una única constitución y ley: nuestra conciencia.
Saludos desde el otro lado, bajo el volcán.
Pau Llanes
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