Se cumplen en estos meses de verano los cien años de uno de los sucesos más tristes, vergonzosos (en casi todos los aspectos) y tal vez trascendentes de la historia contemporánea de España: la llamada Semana Trágica. Con ella viene a nuestra memoria un nombre que representa uno de los casos más claros y flagrantes de chivo expiatorio que nos podemos encontrar: Francesc Ferrer i Guàrdia (1859-1909).
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