Hay gente con la que conectas. Que hace cinco minutos que los conoces y ya le estás contando tu vida con detalles que a algunos amigos ni les referirías. no descubro ningún continente con esto. Y también se da el caso contrario, gentes que desde un primer momento no caen bien. No dan ningún motivo para desconfiar, es más, pueden llegar a demostrar en numerosas ocasiones su bondad, pero que no acaban de cuajarnos, provocando cierta desconfianza.
A todos nos ha pasado. La cuestión es el porqué de esto. ¿Será por mecanismos parecidos a las feromonas? ¿O algo mucho más sutil, como una irradiación de nuestra personalidad, de nuestros secretos y conflictos que alguna oscura región cerebral sabe descifrar? Algo de eso debe haber, porque estas intuiciones se dan antes de que la otra persona abra la boca.
Todo esto, sin embargo, no debe hacernos caer en eso de que la primera impresión es la que cuenta, puesto que también ocurre que cambiamos de parecer respecto a las personas. Aunque cuando ocurre que no cambiamos, es porque la primera impresión ha sido demasiado poderosa.
A todos nos ha pasado. La cuestión es el porqué de esto. ¿Será por mecanismos parecidos a las feromonas? ¿O algo mucho más sutil, como una irradiación de nuestra personalidad, de nuestros secretos y conflictos que alguna oscura región cerebral sabe descifrar? Algo de eso debe haber, porque estas intuiciones se dan antes de que la otra persona abra la boca.
Todo esto, sin embargo, no debe hacernos caer en eso de que la primera impresión es la que cuenta, puesto que también ocurre que cambiamos de parecer respecto a las personas. Aunque cuando ocurre que no cambiamos, es porque la primera impresión ha sido demasiado poderosa.