Hay quien presume de actuar, trabajar o pensar sin prejuicios (es más hay disciplinas enteras que lo tienen a gala). Tal vez sea verdad, pero al precio de cambiar unos cuantos prejuicios por uno muy grande.
Los que presumen y se ufanan de carecer de prejuicios son como los fariseos evangélicos, unos sepulcros blanqueados. Prejuicios es imposible no tener, sean de un tipo o de otro (vivir ya es un so-poner y un partir de cosas que no se cuestionan), y lo único sano que se puede hacer con respecto a ellos es controlarlos o reducir su capacidad negativa. Presumiendo de no tenerlos es justo cuando los prejuicios más campan a sus anchas y nos determinan de manera más profunda.
O pensar que se puede actuar sin ellos, como ocurre en algunas disciplinas, lo cual constituye, otro prejuicio. Por seguir con las cosas evangélicas, es aquello de mirar la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio ojo.
3 comentarios:
Los que presumen y se ufanan de carecer de prejuicios son como los fariseos evangélicos, unos sepulcros blanqueados. Prejuicios es imposible no tener, sean de un tipo o de otro (vivir ya es un so-poner y un partir de cosas que no se cuestionan), y lo único sano que se puede hacer con respecto a ellos es controlarlos o reducir su capacidad negativa. Presumiendo de no tenerlos es justo cuando los prejuicios más campan a sus anchas y nos determinan de manera más profunda.
O pensar que se puede actuar sin ellos, como ocurre en algunas disciplinas, lo cual constituye, otro prejuicio. Por seguir con las cosas evangélicas, es aquello de mirar la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio ojo.
Saludos.
Precisamente lo de la paja/biga es lo que Jesús les recriminaba a los fariseos.
Publicar un comentario