viernes, 26 de diciembre de 2008

La Seu y el Solsticio

Se produce en estos días un fenómeno curioso e interesante en Palma. Coincidiendo con el solsticio de invierno, la Catedral se convierte en un potente foco multicolor. La luz solar del alba entra por el pequeño rosetón de levante y atraviesa toda la nave central del templo, incidiendo de lleno en el rosetón mayor, encendiéndolo en una explosión de color que sólo se puede ver desde muy pocos lugares de la ciudad (los que coinciden de frente con la Catedral: el Baluard de Sant Pere y tal vez algunos edificios modernos).

Se organizan reuniones para contemplar este efecto, y la gente, ufana, disfruta y aplaude el fenómeno. Es otra de las manifestaciones del esteticismo contemoráneo, que se contenta con un simple efecto llamativo sin más. Pero debemos plantearnos que la Catedral tiene 700 años, y que la Edad Media tenía otras cuestiones en mente a la hora de hacer sus edificios. Dudo mucho que orientar el templo y sus rosetones de ese modo sea por dar un espectáculo y hacer que el personal disfrute. No. Una época tan marcada por la religiosidad como aquella (y más en Mallorca, que apenas hacía unas décadas que había sido conquistada a los musulmanes, y había que borrar todo signo de lo anterior y sembrar de cristiandad todo el terreno), no daba puntada sin hilo. Y en un lugar como una catedral, consagrada a la divinidad, todo tenía que tener un sentido, ser una señal de algo. No debemos olvidar que el solsticio de invierno es el día con menos sol del año, a partir del cual empieza a haber más horas de luz, anunciando la primavera y su explosión de vida. A nosotros, bisnietos de Edison, nos es imposible imaginar la oscuridad de esas noches que durante milenios albergaron a nuestros antepasados (sin nada que hacer más que dormir, rezar o contarse historias), y también nos cuesta comprender el aborozo con que recibían la promesa de más luz para realizar sus tareas. Desde la revolución neolítica, en la que el hombre se ligó a la tierra, muchas han sido las culturas que han celebrado estos días, y muchos dioses (por norma general, los llamados dioses solares) nacen en estas fechas.

¿Y qué tiene que ver esto con lo de la Catedral de Palma? Pues que el rayo de sol que atraviesa el templo desde un rosetón hasta el otro, no es más que la señal de su poder, del poder del sol (de Dios, entiéndaseme), que vuelve, que llega, y, aunque debilitado, no nos deja en ningún momento. Y que toda la oscuridad del mundo no puede evitar que la luz acabe triunfando. La noche es más profunda justo en el momento antes al alba, y ésta siempre acaba llegando. No hay que desesperar, hermanos, que la promesa de algo mejor está ahí.

2 comentarios:

PENSADORA dijo...

Anda! esto no lo sabía yo ¡como mola! si es que mallorca lo tiene tó! jejeje

Salud!

El Pez Martillo dijo...

Seguro que Huesca también tiene cosas curiosas e interesantes, que con todo el románico que hay por ahí...