sábado, 1 de diciembre de 2007

La ciencia moderna


Conociendo un poco el mundo de las ciencias (soy de ciencias puras, aunque con el tiempo me haya pasado a las letras), uno se da cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Que no hay tanta objetividad y desinterés como nos venden, que los científicos no son esas gentes volcadas en su trabajo y que sólo viven para sus estudios, que no es inocente lo que se investiga (la ciencia en sí no lo es, no todo viene dado), que no se busca conocer y explicar la realidad (sino sólo la parte del mundo conveniente en cada momento), y que, los encargados de ponerla en práctica (al menos en lo que tengo más cerca, el mundo sanitario), no se mueven tanto por certezas y datos objetivos como por corazonadas e intuiciones (y a menudo auténticos golpes de suerte e inspiración, eso cuando no tienen ni puñetera idea y sacan todo el arsenal de pruebas pretendidamente objetivas, en un dar palos de ciego que, ciertamente, algún resultado da).

Y si no, una prueba, hoy es el día internacional contra el SIDA (no sé si se llama exactamente así, pero no importa) y, casualidades de la vida, se publica ayer esta noticia, que, si no fuera porque los científicos no se mueven por intereses materiales y viven consagrados a su búsqueda, me haría pensar en que han esperado a este día para que los medios se hagan eco del asunto y así multiplicar sus ventas (y que los patrocinadores recuperen la inversión, claro está, corregida y aumentada).

Lo peor es que ellos mismos se creen toda la pléyade de leyendas tejidas en torno a su actividad. Claro, se les (nos) entrena para ello en las universidades. Y uno tiene la sensación de que vivimos con unos esquemas que ya no son adecuados a nuestra época, que arrastramos, en esto y en muchas otras cosas, unos parámetros que se han movido y que ya no valen. Si no fuera porque seguimos creyendo en ellos (pero ya sólo creyendo).

2 comentarios:

Stones dijo...

Hay gente pez que disfruta investigando. Gente que aún habiéndole ofrecido buenos trabajos los han rechazado. Gente que no duda en irse a miles de kms de todo lo que quieren por estar investigando, eso sí, en un sitio donde les dan todas las posibilidades, facilidades y recuersos (llamese MIT de Boston). Es gente que no le importa trabajar doce horas, porque ellos disfrutan. Yo conozco un caso de ese estilo (mi hermano pequeño). No les pongas mal...

El Pez Martillo dijo...

No he puesto mal a nadie, sólo he denunciado que no es oro todo lo que reluce, y que la ciencia y la investigación no es eso tan bonito, altruista y sacrificado que los propios científicos nos venden. Supongo que nos pasa en todos los campos de la vida, que no todo es como creemos, y que si perseveramos en ello es gracias a que estamos engañados en buena parte. ¿Te imaginas lo que sería estar desconfiando de todo lo que hacemos y no creyendo en nada, queriendo ver cosas ocultas en todo? De eso se trata. Y de que los científicos viven en una especie de fe no muy distinta a la de algunos clérigos medievales (no todos, que igual que en la iglesia los hay cínicos y que van ahí por bajos intereses). Mucha ingenuidad veo yo en muchos investigadores, casi es el grupo en el que más, si descontamos a algunos de derecho...

Por otro lado, bendita ingenuidad...