jueves, 13 de septiembre de 2018

De los falsos doctores

Estoy a menos de unsa semana de defender mi tesis doctoral y estalla todo el escándalo de los políticos con dudosos másteres y doctorados. Todo este asunto es muy sintomático: en primer lugar, de la titulitis que padecemos. Hay que sumar diplomas y abultar currículums, de cualquier forma. Hay que hacer puntos en las bolsas de trabajo, y todos se han apuntado a sacar diplomitas y titulitos (universidades, sindicatos, fundaciones...) para aumentar ingresos. Lo veo en mi trabajo, hay una auténtica competición por hacer postgrados que faciliten escalar puestos en las listas. 

Por otra parte y como consecuencia, los estudios ya no son lo que eran. Entre pitos y flautas habré estado más de veinte años vinculado a la universidad, y el bajón en el nivel (tanto de contenido como de exigencia) es notable. Todo revestido de bonitas y modernas palabras, adaptado a las cosas de la eficiencia, la eficacia y todo eso. 

Pero vayamos al caso de nuestros políticos falseadores de currículum. Nos hemos tragado el anzuelo de la tecnocracia, y creemos que han de gobernarnos técnicos. De ahí que se esfuercen en malabarismos para hacernos ver que saben mucho. Y no. Los técnicos han de estar en los cargos intermedios y algo más arriba quizás. Los dirigentes, los que salen en la tele y a los que votamos, esos han de saber captar el pulso de la calle, darle cauce, valorar, ponerlo en manos de los técnicos y darles impulso. Aliviar tensiones, contrapesar, establecer criterios directores y marcos generales. Y eso no se enseña en ninguna institución ni lo otorga ningún diploma. 

 

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