Todos tenemos nuestro lugar. A veces lo encontramos, y otras vagamos buscando el sitio. Para cada persona es distinto: hay quien se queda en la gran ciudad, y otros prefieren el campo. En los últimos tiempos he conocido varios casos: de la capital a la provincia y viceversa, de la ciudad a las afueras, o directamente al campo. Ninguno de ellos ha sido por motivaciones económicas (como ocurre a menudo: te has de ganar la vida y vas allí donde más oportunidades tienes para lo que sabes y puedes hacer), ha sido una decisión consciente y más o menos meditada. Todos parecen haber encontrado cierta calma y felicidad, y dicen estar contentos.
Luego estamos aquellos cuyo lugar es más bien interior, que no dependemos tanto de circunstancias externas y buscamos otro tipo de sensaciones y alimentos. Quizás en el fondo es lo que todo el mundo busca, pero tan volcados estamos ahí fuera que no lo sabemos ver y nos perdemos en la jungla que nos devora, condenándonos a una odisea en la que no hay ni Ítaca ni Penélope donde arribar. O que sí que las hay, pero que buscamos en el lugar incorrecto.
2 comentarios:
Una reflexión brillante la que aportas. Pienso que esa vida interior es fundamental y también pienso con tristeza que hay gente que no lo encontrará. O quizás saben que puede existir pero deciden no buscarlo. Todo es respetable. Pero yo me sumo a la necesidad de habitar esos mundos, con esto no quiero idealizar la idea ni hacerla paraíso sino en lo que puede hacer que la vida no se limite sólo a ser un espectáculo monótono y mortal, que sea algo más, que tenga otros sabores que no hubiésemos percibido sin ese paladar interno. Tampoco quiero caer en un vitalismo mágico y eternamente pleno y feliz porque no creo en eso. Y a modo de ejemplo citaría a Paul Simon cuando decía que él era una roca porque una roca no siente dolor y una isla nunca llora. En ese momento él viajaba a ese lugar e incluso se quiso mutar en él, es otro lugar interior que no tiene porque ser maravilloso.
Saludos.
Yo creo que no es algo que se le pueda reprochar a nadie. Vivimos en mundos distintos y no nos entendemos. No es que le den la espalda o lo ignoren, es que simplemente no lo sienten, sus coordenadas son otras.
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