jueves, 21 de febrero de 2013

Renegando del mercado tecnológico

Me estoy volviendo un neo-neoludita. De cada vez soy más receloso ante las tecnologías. Les veo poca utilidad a muchas de las novedades que nos anuncian a bombo y platillo y nos quieren vender. No es tanto por los avances en sí, algunos de los cuales resultan interesantes o revolucionarios. Pero más allá de dichos avances, las políticas comerciales de las compañías son cuando menos decepcionantes y enervantes. Te ponen sobre ascuas, lanzan rumores, y luego te montan grandes eventos de presentaciónn en el que no presentan casi nada. Todo muy bonito, muy de diseño, pero al final, la nueva versión del aparato x sólo tiene la pantalla medio centímetro más grande e incorpora una nueva  aplicación inútil más. Eso sí, el precio aumenta, cómo no. Y la gente, deslumbrada por el medio centímetro de más, corre como loca a comprar, y hacen colas, y muestran ufanos sus nuevos cachivaches (gadgets, los llaman ahora) a sus conocidos, entre algunos de los cuales generan admiración y alimentan así el ego del susodicho. 

Quien me conoce sabe que las tablets me parecen uno de los trastos más inútiles de los últimos tiempos. Me parecen incómodas, y no les acabo de ver la gracia. Suelo decírselo, para provocar un poco, a los que aparecen con una debajo del brazo y pretenden presumir de ella. Me demuestran las "maravillas" que son capaces de hacer con ellas -"es una pasada, tío"- y al final, siempre acaban enseñándote algún juego. Pero a parte de esos despliegues, no veo que las usen para nada más (bueno, sí, una vez, en un pub, una azafata muy mona a sueldo de no sé qué marca de ron, me enseñó la gama de rones que tenían en una tablet, y debo de reconocer que no sé si le di cancha, yo que rechazo con brusquedad a todo el que me quiera vender algo, por ella o por el aparato que manejaba). 

Incluso ya recelo de los ordenadores "a la clásica", que no uso para nada más que escribir cuatro cosas, navegar un poco, escuchar música y ver series y películas. Tuve mi época en que me interesaba por las "grandes" novedades, pero ya he llegado a un punto en que me he dado cuenta de que, para lo que realmente hago y necesito las tecnologías, con un viejo aparato de cinco años hago lo mismo que con uno de ultimísima generación. No hace falta mucho más. 

En resumen, habrá que acabar sustituyendo lo de "vender humo" por "vender tecnología". A lo mejor es que me estoy haciendo mayor.

2 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

"he llegado a un punto en que me he dado cuenta de que, para lo que realmente hago y necesito las tecnologías, con un viejo aparato de cinco años hago lo mismo que con uno de ultimísima generación".

Totalmente de acuerdo... salvo que uno se vea obligado a renovar el aparato tras vertir en su interior un vaso de Oporto...

El Pez Martillo dijo...

Por supuesto, si el aparato sufre un accidente o una avería, hay que renovar. Pero no hace falta caer en la ansiedad de comprarse lo más puntero del momento, que total, para lo que uno hace, con algo modestito basta y sobra.