miércoles, 27 de febrero de 2013

Ingobernables

Y ahora resulta que sin mayorías amplias no se puede gobernar. Ingenuo de mí, creía que esto de la democracia tenía que ver con el tender puentes y llegar a acuerdos, de posiciones no radicalmente cerradas, abiertas a los otros que están en el mismo juego. De proponer cosas, evaluarlas entre todos (lo cual obliga al diálogo y a la matización, a abandonar maximalismos) y tomar decisiones.

Ya no. Ahora sólo es una cuestión de aritmética, de suma de votos a posiciones clausuradas y predeterminadas. La fragmentación es un problema, la máxima unanimidad es el objetivo. 

Reconozco que soy dado al pesimismo, pero hay días en que es difícil no caer en él. Lo veo negro, muy negro. 
 

3 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Si lo dice usted a cuenta de Italia, no estoy de acuerdo con su reflexión, porque me parece que es una misión muy complicada que el vencedor de las elecciones pueda llegar a acuerdos con tipos tan esperpénticos como Il Cavaliere y Grillo.

El Pez Martillo dijo...

Más allá de casos particulares imposibles, de cada vez más cala la idea de que hacer una coalición es algo problemático. En efecto, requiere un mayor esfuerzo de diálogo, pero eso tendría que venir implícito en la democracia.

Los mismos partidos ya lo tienen asumido, y en parte por eso se hace más difícil que se coordinen.

Y de Italia, casi diría que el país al completo es un esperpento.

reduccion mamaria dijo...

Es difícil ser positivo y no caer en el pesimismo.. y hay que entender que la corrupción no tiene partido político, religión o genero.

Saludos