miércoles, 13 de febrero de 2013

Tomos

Llevo tiempo diciendo que esto no es una simple crisis, que es algo más. Demasiadas cosas se están moviendo, todo busca su lugar, unas se desintegran y luchan por sus supervivencia, otras luchan simplemente por nacer.

Crisis viene del verbo griego krinein, que significa "discernir", "juzgar". Es la misma raíz de criticar o criterio, por ejemplo. Podría pedirse que es una época que exige de nosotros mayor capacidad de enjuiciamiento y discernimiento. Pero llegados a  este punto, ya empiezo a pensar que la palabra griega que mejor se ajusta a la situación que atravesamos es tomos, corte (de ahí vienen tomografía, tomo, o todas las intervenciones quirúrgicas que terminan en -tomía, como amigdalectomía, histerectomía...): un corte en la historia, uno de esos puntos que marcan un antes y un después y los convierten en inconmensurables el uno con el otro.

La solución de continuidad se rompe, se desgarra. Aún no está rota, pero nos aproximamos con peligro al punto de no retorno. La época exige un salto. Pero, ¿hacia dónde? Todas las direcciones parecen inexploradas y peligrosas.

3 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Yo no lo veo tan claro, al menos de momento. Puede consolidarse un cambio en el nivel de confort, eso parece, pero simplemente significará un regreso al nivel de riqueza de hace 8 o 9 años, es decir, que el problema está cuando establecemos una continuidad con los años de la burbuja, pero eso fue una anomalía que no puede convertirse en punto de medida.

Si la Crisis, fruto del cultivo de un 'krinein' más afinado y exigente, desarrolla un sentido cívico más poderoso, creo que incluso puede servir para mejorar las cosas. Aunque veo dos problemas a eso: que ciertos sectores acaben consolidando su poder (el financiero o la partitocracia), o que el exceso de emotividad que nos inunda acabe derivando hacia catarsis fallidas.

El Pez Martillo dijo...

Tal y como lo veo (o lo intuyo, porque no es más que una sensación, un pálpito), el proceso viene de mediados de los años noventa, y la crisis económica no es más que un síntoma más del terremoto en el que estamos. Además de lo económico, sumaría otros hechos: el viraje de los centros económicos y de poder (la presencia cada vez más fuerte de China y el sudeste asiático), la fanatización creciente de algunos sectores y creencias (de un tiempo a esta parte me preocupa bastante la deriva de los países musulmanes), la situación local (podrida de corruptelas, a muchos niveles, que a lo mejor siempre han estado ahí, pero que ahora parecen más desequilibrantes), la cuestión tecnológica (que está cambiando y va a cambiar muchos esquemas)... todo conspira hacia un cambio muy acusado del panorama. Lo que ocurre es que, al ser un proceso, a lo mejor nos es tan tomos, y no tengo muy claro si esto se va a estabilizar en algún momento para que podamos distinguir el antes y el después.

Por lo demás, el criterio siempre es necesario, y si al menos la coyuntura sirve para refinarlo, tanto mejor. Pero no veo yo mucho refinamiento en el ambiente.

PENSADORA dijo...

Yo estoy de acuerdo con Von Horrach. La ruptura principal tiene más que ver con una época vivida como "de prestado" no sólo aquí sino en todo el mundo desarrollado.

El otro día mi jefe me lloraba lo mal que va la empresa, lo mucho que sufre por llegar a.... ¡las mismas cifras que el año 2007!. Ahí es donde está el kid de la cuestión, estamos en un punto en que queremos regresar a un imposible, algo que fue sólo un sueño.

Lo cierto es que, efectivamente, algo está cambiando. Ahora bien, no sé hasta qué punto podríamos considerar que realmente se va a llegar a ese punto de inflexión tan grave que pueda ser recordado. Creo que esta época se va a recordar más como un todo.